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Reportaje:

Los cupos del madrugón

Cientos de inmigrantes esperan durante horas para pedir un pemiso laboral

Un madrugón monumental y estoicismo para aguantar horas de espera. Esos son dos requisitos extras para solicitar uno de los 4.000 permisos de trabajo para extranjeros no comunitarios que corresponden a Madrid. En todo el Estado, el cupo de inmigrantes que se pueden contratar en sectores poco demanda dos por desempleados españoles es de 15.000.Las peticiones se atienden según el orden de presentación, por lo que ha corrido la voz de que hay que y llegar de los primeros para no quedar fuera.

Fatiha Choumka, una marroquí de Larache de 24 años, no puede dejar pasar otra oportunidad. Desde hace dos años y medio vive y trabaja de empleada doméstica en Madrid, pero sin permiso laboral ni de residencia. Y aunque nunca ha tenido problemas con la policía por su situación irregular, quiere huir de esa zozobra. Además, sin per miso no puede volver a su país, y hace más de dos años que no ve a su familia.

Así que ayer esta joven pidió ayuda a un familiar que, a las dos de la madrugada, llegó a cogerle el turno en la cola frente a la Dirección General de Ordenación de las Migraciones, en Pintor Rosales, 46. Pero no era el primero. Ni mucho menos. Delante había ya otras 85 personas que también querían presentar la solicitud para acceder a los cupos. A mediodía todavía esperaba.

Cada día, a las nueve de la mañana, los funcionarios de estas oficinas del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales reparten 150 números, que equivalen a las tramitaciones que pueden atender. Llegar más tarde significa quedarse sin número y tener que regresar al día siguiente.

El vuelva usted mañana se le quedó grabado el miércoles a Rachid Choukrani, otro marroquí de 24 años. Llegó a la cola a las seis de la mañana, y para entonces ya había más de las 150 personas que pueden entrar cada día. Ayer madrugó más, y a las cuatro de la mañana consiguió el número 114.

Tiene claro que aguardará lo que haga falta. El dueño de una panificadora le ha ofrecido un trabajo de ayudante. Con él cumpliría dos de sus deseos: tener el trabajo que le empujó a cruzar el Estrecho y conseguir la residencia tras un año de estancia irregular. Altagracia Frías, una dominicana de 36 años, madrugó más que Choukrani y consiguió el número 103. A mediodía todavía seguía en la calle con la solicitud para una sobrina de Santo Domingo.

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"Mi jefa necesita otra empleada doméstica en la casa; yo le hablé de mi sobrina, y le ha ofrecido el puesto", explica esta mujer, que hace dos años dejó a miles de kilómetros a sus cinco, hijos para buscar un futuro mejor. "En Santo Do mingo tenemos para comer, no somos muertos de hambre, como algunos creen, pero falla el trabajo. Aquí en unos anos puedes ahorrar y hacer una casita para tu familia o dar una educación a tus hijos", explica. Al otro lado de la cola de quienes van a tramitar su petición está la fila de los que acuden a recoger el formulario de solicitud. En ella el tiempo de espera no supera el cuarto de hora. En los primeros días del plazo de inscripción, abierto desde el pasado 17 de febrero, las esperas eran muy largas.

La razón es que, además del formulario, los funcionarios de la Dirección imparten una charla de unos quince minutos a, grupos de, unos treinta peticionarios para explicarles en qué consisten los cupos y resolver sus dudas. Estas esperas han dado lugar a la picaresca, y se han llegado a vender estos impresos gratuitos a precios inverosímiles, como las 2.500 pesetas.Sindicatos, ONG y la Asociación Libre de Abogados (ALA) han criticado que se haya abierto el plazo de inscripción de los cupos sin tener resueltas las instrucciones para su aplicación. La ALA ha presentado una queja ante la. Dirección por considerar que esto genera inseguridad jurídica y da pie a informaciones contradictorias. De los 4.000 permisos que corresponden a Madrid, 100 son para el sector agrícola y ganadero, 300 para la construcción, 2.800 para el servicio doméstico y 800 para otros servicios. Los cupos nacieron en 1993 para encauzar la llegada de ciudadanos no comunitarios, pero en la practica sirven como una forma de regularización para quienes ya viven en España.

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