I Año Triunfal

Mientras Ávila se engalana para acoger las celebraciones del primer aniversario de la victoria del PP en las elecciones generales, la ministra del ramo, Isabel Tocino, ya ha instruido a la directora general del Instituto Nacional de Meteorología, María Jesús Prieto Laffargue, para que ese día luzca el sol de las grandes festividades. Se cumple el I Año Triunfal de la segunda transición, el comienzo de un itinerario festoneado de hitos históricos. Para empezar, el pacto con los nacionalistas catalanes, vascos, canarios y aragoneses y los que seguirán pronto quién sabe si incluso dentro del PP y del Gobierno; la nueva parla catalana en la intimidad de La Moncloa; la asombrosa poda de altos cargos parasitarios de los presupuestos; el fin de las amnistías fiscales de los amiguetes; la derogación de los monopolios mediático-digitales, caiga quien caiga, sin miedo al qué dirán de los poderosos multimedia; la proclamación casquiana del "to el fútbol pal pueblo"; la invención de nuevos descodificadores de paso de rosca universal con parabólica graduable, atendiendo a la consigna de Juan Villalonga, presidente de Telefónica, según el cual "Europa y Estados Unidos no son el espejo donde miramos porque ya no vamos por el mundo copiando"; la escrupulosa neutralidad política de TVE y de RNE, liberadas de la penosa condición de servicio doméstico del Gobierno; el nombramiento, conforme a lo prometido por Aznar, de un independiente de prestigio, como Fernando López-Amor, para la dirección general del Ente Público RTVE.La lista de aciertos, igual que la de acontecimientos deportivos de interés general, podría ampliarse con, la declaración de urbanizable para todo el territorio nacional, que, por fin, podrá ser alicatado hasta el techo, cimentando así la producción del precio de las viviendas; la multiplicación del agua embalsada hasta hacer rebosar los pantanos entregados vacíos por los socialistas; la mejora de las pensiones que el PSOE consideraba amenazadas por la derecha para angustiar a los mayores; el incremento de los fondos del PER, combatidos por el PP cuando generaban en otras manos el detestable clientelismo del voto cautivo; la financiación autonómica mediante un ingenioso sistema capaz de que todos reciban más mientras a todos nos cuesta menos; la eliminación de las interminables listas de espera que degradaban la sanidad pública; la derogación de la ley socialista del medicamentazo y el abaratamiento simultáneo de las medicinas; la mejora del empleo y los próximos cambios en el cómputo estadístico para garantizar su indefinido progreso; los inminentes acuerdos patronal-sindicatos para flexibilizar el mercado de trabajo; la revitalización de la Mesa de Ajuria Enea; las conversaciones con el etarra Lasa Mitxelena, Txikierdi; la peatonalización de la madrileña plaza de Oriente por cuenta periodística de Anson; el imparable prestigio mundial de los premios periodísticos Mariano de Cavia; la instalación en España del imperio mexicano Televisa; el peso de la lengua española en todo el planeta conocido del uno al otro confín; los viajes gratis total por Extremo Oriente de Pedro Zola; el contrato para el nuevo tapizado de los coches cama y vagones. de primera clase de Renfe, tan merecido por la diseñadora ARdelaP; el próximo translado de la reina Mercedes ("¿dónde vas, Alfonso XII; dónde vas, triste de ti?") a la catedral de la Almudena; la ansiada reposición de la obra de Pemán Los tres etcéteras de don Simón, y, sobre todo, el imparable avance de España hacia Maastricht.

Claro que los socialistas y demás compañeros de viaje, que no perdonan su desplazamiento del poder o del favor rentabilizado, se niegan, rencorosos, a aceptar una realidad que les contradice y sólo saben hacer mohínes de disconformidad dispuestos a dificultar la marcha triunfal del PP. Entre tanto, deberíamos atender a la forma en que progresa La invención de la tradición tal como la describen E. Hobsbawn y T. Ranger y la aplica Joan Lluís Marfany en su estudio La cultura del catalanisme. El nacionalisme catalá en els seus inicis.