Doble personalidad

Hay un Mory Kante que reivindica el acceso de los músicos africanos a los adelantos tecnológicos con el fin de poder evolucionar: es el que hace hace 10 años alcanzó un importante éxito con su canción Yeke yeke y un estilo bautizado entonces como mandingo-funk o afro-dance. Y hay un Mory Kante que se reconoce griot, heredero de los trovadores del antiguo imperio mandinga.Quien empezó el concierto, a ritmo de discoteca, fue el primer Kante. El resultado, una argamasa sonora de la que quedaba eliminada cualquier sutileza. Una música que no resiste la comparación con la que hace Salif Keita. Pero cuando todo parecía perdido, cambió radicalmente el panorama. Mory Kante cogió una guitarra acústica, se refirió al momento en que los sabios del poblado llaman a los espíritus, y se perdió en la memoria de los cantos y ritmos de su cultura. Más tarde empuñaría una kora -especie de arpa-, antes de introducir una sesión tamborilera para probar que los ritmos de las principales músicas de este siglo vienen de África. Dice Mory Kante que un griot evoluciona con su época. De acuerdo. Eso no significa que tenga derecho a desperdiciar sus conocimientos; que deba ponerse al alcance de quienes buscan en lo diferente apenas lo superficial.