El Papa invita a rezar para que los enfermos se curen
, "Dios puede todavía curar, si se le reza pidiéndolo", dijo ayer Juan Pablo II, tras recordar los milagros evangélicos de Jesús con los enfermos, en un mensaje del Angelus dominical que fue un llamamiento a la solidaridad con los que no gozan de salud, los ancianos y los niños. Todos ellos, dijo el Papa, repuesto de la gripe que le ha tenido en cama desde el pasado martes, "corren el peligro de ser sentidos como un peso".Es probable que esta invitación del Papa a rezar pidiendo el milagro resulte más polémica en Italia, debido a que vuelve a la actualidad el presunto milagro de la Madonna de Civitavecchia, una estatuilla de la virgen traída desde Medjugorie que, según su propietario, Fabio Gregori llora sangre.
El supuesto milagro se produjo hace ya casi tres años, sin que su autenticidad haya sido sancionada todavía oficialmente, a pesar de que el obispo de Civitavecchia, Girolamo Grillo, afirma haber sido testigo directo de uno de los lagrimeos.
La semana pasada se corrió el rumor de que una comisión vaticana está a punto de emitir dictamen favorable para el milagro. El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, informó de que no se preveía ningún pronunciamiento inmediato. Las palabras pronunciadas ayer por el Papa apoyando la fe en los milagros pueden ser entendidas como una indicación relativa también al caso concreto de Civitavecchia.
Satisfacer la demanda
Las peregrinaciones hasta esa localidad portuaria situada 100 kilómetros al norte de Roma no han dejado de crecer, en cualquier caso. El alcalde de la ciudad, ex comunista, considera el fenómeno positivo para el futuro económicode su ciudad y, sin pararse en consideraciones de fe, promueve obras para acoger a los visitantes. Una modesta industria de hostelería y recuerdos se va desarrollando en tomo a éstos.
Vittorio Messori, el filósofo que escribió con Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza y que es autor de otro libro-entrevista con el cardenal Ratzinger, comentaba ayer positivamente en el diario La Repubblica las peregrinaciones a Civitavecchia y el comercio de estampitas y estatuillas a que da pie: "Los fieles piden esas cosas y, al haber una demanda, surge una oferta. Miro con ternura a estos peregrinos que buscan un recuerdo que llevar a sus casas, para ellos mismos o para cuantos no han podido ir. A fin de cuentas, es el signo de cuán importante y excepcional consideran su experiencia".
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