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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El profesorado de la Universidad pública

Me alegra mucho que EL PAÍS contribuya, como lo hizo el pasado martes 21 de enero, a sacar a la luz pública una cuestión tan delicada y tan importante para el desarrollo científico español como es la endogamia del actual sistema de selección del profesorado en la Universidad pública española. Sin embargo, creo que fueron ustedes demasiado benévolos con quienes, por razones obvias, lo justifican.Consideren ustedes estos números: un investigador español que haya cursado sus estudios de doctorado en un centro extranjero, digamos la Universidad de Harvard, bajo alguno de los programas de becas del Ministerio de Educación y Cultura, le puede haber costado al contribuyente español alrededor de 25 millones de pesetas. Dada la competitividad del sistema de concesión de estas becas y del sistema de admisión de la Universidad de Harvard sería de esperar que este científico español se encontrase, por decir algo y para no ofender a nadie, por encima de la media española en cuanto a potencial investigador se refiere. Pues bien, un sistema endogámico de selección de profesorado como el que describen en su artículo puede tener la nefasta consecuencia de dejar a nuestro científico español, con su doctorado en Harvard, su potencial investigador, su inversión personal de cinco o seis años de trabajo y los 25 millones de inversión del contribuyente español, fuera del sistema universitario español. Cualquiera que conozca un poco el mundo universitario español sabe que esta historia no tiene nada de anecdótica. La cuestión no es si la Universidad española de hoy es mejor o peor que la de antes de la reforma. La cuestión es, obviamente, si la Universidad española es tan buena como Podría (y debería) serlo dada la calidad de los científicos españoles que andan sueltos por el mundo (incluida España) y la inversión en formación de investigadores que el Estado ha venido haciendo en los últimos años. Mediocridad, permítanme, no es lo que la sociedad espera de sus universidades. ¿Soluciones? No creo que la causa de este provincianismo intelectual se encuentre en la autonomía universitaria. La autonomía de las universidades es fundamental para su desarrollo, pero para que la autonomía dé resultados, las universidades deberían jugarse algo con las decisiones que toman. Si las universidades españolas tuvieran que competir en serio para captar alumnos y para captar fondos públicos (en definitiva, para- sobrevivir) y si empezasen a nacer en España universidades privadas de verdad (de las que se dedican a enseñar y a investigar y no a ganar dinero), las universidades comenzarían a tomarse en serio la selección de sus profesores- .

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