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Argelia pone fin a un sangriento Ramadan que deja casi 400 muertos

Argelia puso ayer fin al mes sagrado del Ramadán, uno de los más sangrientos de estos últimos años, en el que se han registrado cerca de cuatrocientas muertes, provocadas por la violencia de los grupos integristas, del Ejército gubernamental y de las milicias civiles armadas por el Ministerio del Interior, que actúan sin ningún tipo de control en las zonas rurales. La fiesta del Aid El Fitr, con la que se conmemora el fin del mes de ayuno, se celebró en Argel con tranquilidad, mientras centenares de personas se congregaban en los cementerios de los suburbios de la ciudad, siguiendo así una tradición, que impone la visita a los camposantos.

, Uno de los cementerios más visitados fue el de El Alia, a medio camino del barrio de El Harrach, donde se encuentran enterrados los grandes padres de la patria, pero donde también permanecen sepultadas las víctimas secretas de esta guerra civil, que ha cumplido más de seis años y en la que se han registrado más de 60.000 muertos, según cifras oficiosas reconocidas por el Ministerio del Interior argelino.Este año, el fin del Ramadán coincide con el quinto aniversario del Estado de excepción decretado en 1992 en un intento de poner fin a la revuelta islamista, que se había iniciado un mes antes al suspender unilateralmente la celebración de la segunda vuelta de unas elecciones que habían colocado al partido integrista Frente Islámico de Salvación (FIS) a las puertas del poder.

A lo largo de estos cinco años muchas de las medidas extraordinarias establecidas en el decreto que desarrollaba el Estado de excepción han quedado abolidas, como, por ejemplo, las detenciones administrativas de los sospechosos aunque no hubieran cometido ningún delito, los tribunales especiales, los campos de concentración en el Sáhara o el toque de queda.

Sin embargo, se mantienen otras disposiciones de carácter represivo de suma importancia, como es el mando unificado de las fuerzas que luchan contra la guerrilla islamista, que dirige el general Mohamed Lamari, el militar de más alta graduación del país, y cuyas acciones aparentemente no están sometidas a control de ningún tipo, ni siquiera por parte del presidente de la República o del propio Gobierno argelino. Lamari había prometido en 1992 acabar con los islamistas en un plazo de tres meses, según se desprende de una carta confidencial que el militar envió a todos los jefes castrenses del país, pero a pesar de este fracaso nadie en Argelia osa criticar su liderazgo o sus métodos poco escrupulosos.

El pasado viernes, pocas horas antes de que finalizara en Argelia oficialmente el Ramadán, el ministro del Interior, Mustafá Ben Mansur, anunciaba nuevas y más duras operaciones militares para acabar con el "terrorismo islamista", al tiempo que expresaba la decisión del Gobierno de "combatir este fenómeno con la más gran firmeza". El ministro hizo estas declaraciones en Túnez, coincidiendo con una visita a este país magrebí, donde se entrevistó con su homólogo, Mohamed Ben Rejeb.

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