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¿De quien es Erhard?

Joaquín Estefanía

Las cifras del paro en Alemania a finales de enero han destapado todas las señales de alarma: por su magnitud (4,6 millones de personas; el 12,2% de la población activa: la cifra más alta desde los primeros días de Adolf Hitler en 1933, recién llegados los nazis al poder) y por la intensidad de su crecimiento (más de 500.000 nuevos desempleados en un sólo mes). No es extraño que un líder político declarase inmediatamente: "Cuando tantas personas están sin trabajo, esto es un peligro para la democracia".Coincide esta pésima coyuntura con la celebración del centenario de Ludwig Erhard, el padre del milagro alemán y del moderno concepto de economía social de mercado. Erhard, uno de los escasos técnicos no contaminados por el nazismo, elaboró un programa liberalizador de reconstrucción económica tras la II Guerra Mundial, que sacó a la RFA de la ruina y la convirtió en la segunda potencia industrial del planeta, con una presencia inapreciable del desempleo. Por ello, el canciller del laissez faire, como se le denominó cuando murió, genera ahora tantos sentimientos de nostalgia.

Hace siete años, cuando el socialismo real se autodestruyó con la disolución de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín, también hubo quien se acordó de Erhard, al hacer una analogía entre la situación en la que quedaban esos países y la Alemania de la postguerra. En aquellos años (1948), el economista decidió la supresión del racionamiento y del control de precios, y se produjo la reactivación inmediata de la economía alemana.

Lo sorprendente es que un liberal como Edhard sea reclamado hoy desde casi todas las posiciones políticas. El primer presidente de la Alemania federal, Theodor Hauss, le recomendó que trabajase con la democracia cristiana. El centenario de Erhard ha coincidido con el cincuentenario del primer programa de la CDU, el llamado Programa de Ahlen; una lectura de ese programa induciría a pensar hoy que el partido del canciller Kohl era, hace medio siglo, un coladero de peligrosos comunistas por el intervencionismo que predicaba. Pero también le reclaman los socialdemócratas; uno de sus líderes, Rudolf Scharping, acaba de declarar: "Erhard era uno de los nuestros". La ideología de Erhard es, sin embargo, muy nítida. En su libro La economía social de mercado afirma: "[La economía social de mercado] cuyo profundo sentido consiste en la asociación del principio de la libertad en el mercado con el equilibrio social y de la responsabilidad moral de cada individuo con relación al todo... Dad al Estado lo que es del Estado. La libertad que no está ajustada y por lo tanto delimitada dentro de un sistema orgánico más amplio, ya sea en el terreno social-económico o en el político o, por otra parte, la libertad que ignora todo freno moral, degenerará siempre en el caos, mientras que, al contrario, los hombres que saben del valor y sentido de la libertad se asustan ante la responsabilidad que ello implica y por ello están también inmunizados ante la tentación del abuso... Nuestra crítica no se dirige de forma concreta contra la economía planificada, en sus diversas formas, sino de forma concreta contra la economía obligada y centralizada por el Estado. Este principio económico, llevado hasta su última consecuencia, conduce a la abolición del mercado y de la libre elección del consumo".

Lo que sucede es que cuando Erhard fue canciller (1963-1966) no existía el pensamiento único y era capaz de calificar al Estado benefactor de "locura moderna", y al capitalismo salvaje de "filibusterismo liberal". Ese equilibrio es el que ahora añoran todos, menos los sectarios excéntricos.

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