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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

De repente, 'terrorista'

Miércoles 15 de enero de 1997, 16.00, en la más importante vía de Madrid, el paseo de la Castellana, habiendo quedado con un amigo para comer y charlar, estaciono mi vehículo en un lateral de dicha calle y espero dentro del mismo la llegada de este amigo oyendo música. La situación no parece ni más ni menos que lo que es, la espera tranquila dentro de mi vehículo. Pero no fue así. Un furgón del Cuerpo Nacional de Policía se estaciona a mi lado y me pide el DNI, permiso de conducir y documentación del vehículo. Injusticia, pues había bastantes más vehículos aparcados incorrectamente, y el mío tan sólo estaba un lado encima de un paso de cebra. Pasan 20 minutos y nadie sale del furgón mientras los ocupantes del mismo hacen llamadas y toman datos. Otro furgón aparece y bajan seis policías más, uno de los cuales me registra el vehículo e incluso mi cartera.Del furgón salen cuatro policías con chalecos antibalas y algún tipo de arma bastante voluminoso, que se sitúan a mi alrededor. Solicito una explicación, a lo cual me responden que están comprobando datos.

De repente lo veo claro: enfrente, a lo lejos, veo el Ministerio de Defensa, mis apellidos son vascos, y simplemente me encontraba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pasa el tiempo, solicito poder entrar en el vehículo, pues empieza a llover, y acceden, pero poniendo las llaves de contacto encima del salpicadero. Al cabo de una hora y media aparece un tercer furgón con seis policías más. Ya no podía sentir la ironía del primer momento, la indignación de la larga espera, ahora tenía miedo.

Finalmente llegan dos individuos de paisano y se identifican como inspectores de policía, me hacen alguna pregunta, que contrastan con un documento que llevaban, y se disculpan por el error. El error fueron dos horas encerrado en mi vehículo, sin comer, sin poder encender la calefacción y totalmente custodiado por 18 policías. No cualquier persona puede soportar tal tensión, nervios, impotencia, desesperación, como me vi obligado a hacer, casi sin moverme, pues cada mínimo movimiento mío levantaba sospechas.-

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