Christian Zacharias celebra a Schubert
El pianista alemán dice que nunca incluirá en su repertorio piezas de Chopin o Liszt
El pianista alemán Christian Zacharias, de 46 años, se ha sumado -a la celebración del 200º aniversario del nacimiento de Franz Schubert con una serie de conciertos dedicados al músico vienés. Hace 20 años, una composición de Schubert fue su primera grabación, y en este año de conmemoraciones retoma a este autor con un programa que incluye la totalidad de sus sonatas. Su interpretación está dedicada a transmitir al público su fascinanción por la forma en que Schubert aborda el tiempo, las repeticiones y el retorno. En Schubert el tiempo tiene algo de oriental, es circular".
, "Con Schubert no trabajo con la perspectiva de alcanzar un punto; trabajo para existir, para disfrutar con el tiempo que se va y regresa", añade Zacharias. El pianista ofrecerá hoy, lunes, su último concierto en Bilbao y repetirá el mismo programa de Schubert en otras dos actuaciones en Madrid, los días 4 y 5, en el II Ciclo de Grandes Intérpretes que organiza la revista Scherzo.
Vestido con un austero jersey gris, Zacharias parece un profesor que habla apasionadamente de la música y explica con el movimiento de sus manos las sensaciones que despiertan en él Schubert, Mozart, Beethoven o Scarlatti. "La mejor música es la que guarda equilibrio entre el corazón y el intelecto", dice. Zacharias recurre a un texto que escribió sobre Schubert -publicado en la revista Scherzo junto a dibujos del pintor alemán Karl Bohrmann-, para precisar su opinión.
"La utopía del paraíso se convierte en Schubert en realidad sonora, cuando lo que está muy próximo suena para nosotros desde una distancia lejana. En Schubert el tiempo tiene algo de oriental, es circular. Espero que el público descubra en su música un mundo temporal diferente". En Schubert he aprendido", continúa, "que piano, pianissimo no significa sólo suave infinitamente suave, sino también muy lejos, mucho más lejos, inalcanzablemete más lejos y, sin embargo, tan cerca".
Zacharias exige que la armonía y la estructura interna de la música atrapen su sensibilidad. "En los 45 minutos que dura una sonata de Schubert puedo definir un espacio sonoro y al tiempo un espacio temporal, perfectamente organizado, con un camino y un punto culminante", explica.
La música anterior a Bach o la compuesta en el siglo XX, por ejemplo, no le interesa como pianista. En su estricta selección del repertorio, Zacharias no incluirá jamás a Chopin o a Liszt. "Es música bella, desde luego, pero nada más", responde. "No contiene la estructura interna que yo necesito, no es una obra eterna". En otras ocasiones, Zacharias ha sido más cáustico al calificar la obra de Chopin y ha llegado a decir que sus melodías son "como un musical barato, puro kitsch". Para dejar su impronta sobre una partitura Zacharias elige la música de Mozart. "Mozart es un compositor de teatro, de ópera, busca la sorpresa. Yo tomo este carácter mozartiano para marcar la cadencia, y durante uno o dos minutos, aprovecho el protagonismo del solista, para interpretar con un lenguaje moderno".
Este año Zacharias abrirá su discografía a Bach con una grabación de monográfica dedicada a los preludios. "Es un disco muy especial, en el que no se incluirán fugas. En 40 años no he tocado a Bach". A medio plazo, el futuro musical de Zacharias vuelve a los territorios más conocidos. En el año 2000 cumplirá 50 años y está decidido a celebrarlo con Mozart. "Me gustaría tocar y dirigir. Mi sueño es hacerlo en Roma, París, Madrid y Nueva York".
Zacharias, entusiasta seguidor del arte contemporáneo, pidió una obra de Eduardo Chillida como pago del concierto que ofreció años atrás en la Quincena Musical de San Sebastián. Así incorporó a su colección un dibujo de las célebres manos del artista donostiarra. "Estas manos de Chillida sobre el papel son como una escultura que juega con el espacio y el vacío", compara Zacharias. "Ocurre igual en la música: el silencio es tan importante como los sonidos".
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