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Un pistolero asesina a sangre fría a tres personas en la localidad gallega de Vilaboa

Un pistolero mató a tres personas y dejó a otra herida de suma gravedad tras dispararles en la cabeza en lo que parece un ajuste de cuentas entre pequeños traficantes de droga o entre atracadores que no se pusieron de acuerdo sobre el botín. Los hechos ocurrieron en un apartamento de un edificio anexo al hostal La Ría, del municipio pontevedrés de Vilaboa, donde fueron encontradas las víctimas poco antes de las diez de la noche del lunes. La policía ha intervenido un silenciador que probablemente utilizó el asesino.

La matanza fue descubierta por dos personas, clientes habituales o amigos de la pareja de camellos que ocupaba el apartamento: María Mercedes Castaño de la Fuente, de 29 años, y José Joaquín Brea Blanco, de 32. Ambos, junto con Eugenio Riobó Viruel, de 31, y José Alberto Piñeiro Rodríguez, de 26, recibieron cada uno un disparo en la cabeza.Los tres primeros fueron encontrados ya muertos; Joaquín Brea, sobre la cama, y Mercedes Castaño, al lado de una puerta corredera donde el asesino, probablemente, atajó su intento de huida. La joven que realizó el macabro hallazgo, al comprobar que Piñeiro Rodríguez aún tenía pulso, pese a la herida de bala que le atravesaba el cráneo, lo sentó en una butaca. Desde allí fue trasladado primero al hospital Montecelo de Pontevedra y después al Xeral de Vigo, donde fue sometido a una operación de urgencia que anoche le mantenía aún con vida, aunque en estado muy grave.

El vecindario de la parroquia de Paredes, en el citado municipio de Vilaboa, no simpatizaba con la pareja formada por Mercedes Castaño y Joaquín Brea. Ambos habían alquilado el apartamento hace aproximadamente medio año. "Saltaba a la vista que eran camellos y, en varias ocasiones, avisamos a la policía porque era escandaloso, hasta había colas de gente buscando droga", asegura una vecina. "Según parece, la policía nunca les encontró nada". La autopsia realizada ayer por la mañana puso de manifiesto que todos los fallecidos eran consumidores habituales de droga.

La pareja pagaba 25.000 pesetas mensuales de alquiler. "Yo nunca tuve motivos de queja sobre su comportamiento", asegura la dueña del modesto hostal La Ría. "Recibían a sus amigos o a quien fuera, y no sé a qué se dedicaban, aunque es cierto que últimamente recibían muchas visitas, pero yo no soy quién para calificarlas de sospechosas o no", señala.

Ningún escándalo

La pareja nunca protagonizó ningún escándalo ni nadie se quejó de ellos por malas actitudes; sólo por la concurrencia que generaban. "Yo nunca les pregunté a qué se dedicaban, no era de mi incumbencia", reitera la propietaria del hostal. "A él le vi algunas veces con las manos manchadas de grasa, como si estuviera arreglando coches, y pensé que quizás se dedicara a eso. Algún mes me pidieron aplazar unos días el pago del alquiler, pero nuestra relación fue siempre correcta.Además de su drogodependencia -"sobre todo él, estaba hecho un trapo: delgadísimo, con muy mal aspecto"- las tenderas del establecimiento en el que la pareja solía hacer sus compras destacan la sencillez de su comportamiento. "No era gente que manejara mucho dinero", dicen. "Compraban cosas muy comunes, baratas, y nunca dejaron nada a deber". Tampoco duda nadie de su condición de camellos "por la gente que venía a visitarles". "Eso, ciertamente, ya nos tenía a todos cansados, porque lo veían los niños. Aunque desde luego, no era para desearles el final que han tenido".

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"¡Hasta echaron de aquí a los marroquíes!", tercia otro vecino. "Los marroquíes son buena gente y hace tiempo que se asentaron aquí, pero cuando vieron el movimiento de trapicheo de drogas que generaba la pareja no quisieron que se les mezclara con ellos y se fueron mudando".

Brea Blanco, natural y vecino de Cuntis (Pontevedra), ya había sido detenido e inculpado como pequeño traficante de drogas. El gobernador civil de Pontevedra, Alejandro Millán Mon, apuntaba ayer, no obstante, a un detonante de mayor envergadura, "porque ese grado de violencia, todos con disparos en la cabeza, no es frecuente entre los pequeños traficantes".

Ni siquiera en las disputas más sangrientas de los grandes narcotraficantes autóctonos, cabría añadir. Hasta ahora, el más sanguinario ajuste de cuentas registrado en Galicia lo realizaron hace dos años y medio los sicarios colombianos que mataron a Daniel Baulo e hirieron de gravedad a su mujer.

Estas circunstancias abren otra posibilidad como causa de la matanza: las diferencias por el reparto del botín de un atraco bancario. Las pistas que maneja la policía son los casquillos de bala recogidos en el apartamento (del calibre 7.65 milímetros) y el silenciador.

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