Noche aciaga
Viernes 17 de enero, 23.00. Me dispongo a coger el coche. No puedo porque hay otro vehículo aparcado en segunda fila.Viernes, 23.30. Después de varios minutos tocando el claxon e investigando por los locales de la zona, decido llamar a la Policía Municipal. El agente que atiende la llamada me comunica que una patrulla se presentará inmediatamente.
Sábado 18 de enero, 0.30. El dueño del vehículo estacionado en segunda fila aparece. Con una cierta sorna, pide disculpas y se marcha. De la patrulla prometida, nunca nadie supo nada.
De noche tan aciaga extraigo tres conclusiones: primera, perdí una cita que prometía; segunda, agarré un buen catarro después de hora y media a la intemperie, y tercera y fundamental, se afianza mi absoluta convicción de la premura y el interés que pone nuestra Policía Municipal en la atención a los ciudadanos.-
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