La políca del temor
A diferencia del amplio consenso existente sobre los requisitos para dar por concluida una transición a la democracia (acuerdo previo sobre las futuras reglas de juego, elecciones libres, sistema constitucional basado sobre los derechos fundamentales y las libertades públicas, etcétera), los criterios en torno a la consolidación de las nuevas instituciones son objeto de mayor controversia. En la Historia de la transición 1975-1986 dirigida por Javier Tusell y Álvaro Soto (Alianza, 1996), Juan J. Linz señala tres condiciones (compartidas por Alfred Stepan) para que una democracia esté efectivamente consolidada: imposibilidad de un golpe de Estado o de la secesión por la fuerza de un territorio; respaldo ampliamente mayoritario a la democracia y reducido apoyo electoral a las fuerzas anti-sistema; aceptación por todos los actores de que los conflictos políticos sean solucionados mediante procedimientos democráticos.La experiencia española cumple satisfactoriamente las exigencias requeridas por Linz y Stepan para considerar consolidada una democracia: el goIpe del 23-F fue un fracaso y el respaldo de los votantes al sistema constitucional es abrumador. Pero hay puntos de vista menos tranquilizadores; en una historia de UCD titulada La apuesta por el centro (Alianza, 1996), Silvia Alonso-Castrillo afirma que la democracia en España "sólo estará verdaderamente consolidada cuando dejen de producirnos miedo aquellos. a quien no votamos". Si esa tesis fuese cierta, algunos comportamientos del Gobierno del PP moverían a la inquietud respecto a la solidez efectiva de nuestra democracia.
Así, las indiscretas revelaciones sobre la plataforma digital hechas por el director de El Mundo muestran cómo la política informativa del Gobierno de Aznar, lejos de velar por los intereses generales de la sociedad, está al servicio de un propósito doblemente sectario: discriminar a un grupo concreto de comunicación y favorecer a una abigarrada alianza formada por los intereses partidistas del PP y las ambiciones de algunos periodistas metidos a empresarios. La circunstancia de que Pedro J. Ramírez -comprometido hasta las cejas en ese híbrido de conspiración y negocio- deje entrever que ha cambiado sus antiguas funciones de asesor mediático, apologista de cámara y terminal informativo de los chantajes de Mario Conde por el nuevo papel de portavoz ideológico, confidente de vestuario y director espiritual del presidente Aznar confiere especial gravedad a su testimonio involuntariamente inculpatorio contra el Gobierno. También la escandalera organizada en torno a la supuesta amnistía fiscal encubierta de 200.000 millones dada por los socialistas a sus amiguetes tiene connotaciones intimidatorias: el confesado acceso del portavoz parlamentario del PP (Luis de Grandes) y de su coordinador general (Ángel Acebes) a esa información reservada del Ministerio de Hacienda prueba que los populares están utilizando la inspección fiscal para fines partidistas.
El capítulo XVII de. El príncipe -De la crueldad y de la clemencia- se plantea "si es mejor ser amado que ser temido o viceversa". Tras reconocer que la fórmula más deseable sería la armoniosa combinacion de ambos sentimientos, Maquiavelo concede que "es mucho mas seguro ser temido que amado" si el dilema se plantea; sin embargo, el escritor florentino también récomienda, al príncipe que consiga al menos evitar el odio cuando le resulte imposible ganarse el amor de sus súbditos: "Puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado". En el caso de que la consolidación democrática exigiera -como escribe Silvia Alonso-Castrillo- que los derrotados en unas elecciones no sientan miedo de los ocupantes del poder, a España le quedaría todavía mucho camino que recorrer para llegar a destino: el Gobierno del PP parece dispuesto no sólo a sembrar el te mor entre los ciudadanos que no le han votado, sino, además, a cultivar un odio contagioso entre sus propios electores contra los adversarios.
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