El presidente de Ecuador pide perdón por los muertos de la guerra con Perú
ENVIADO ESPECIAL Siendo el presidente ecuatoriano, Abdalá Bucaram, un hombre de talante franco y poco amigo de la circunlocución -pues llamó "burro" al ex presidente Rodrigo Borja y "pendejos, maricas y aniñados" a políticos de la oposición-, gran parte de los peruanos aplaudieron como igualmente sentidas sus invocaciones a la paz entre Perú y Ecuador, cuyas históricas disputas territoriales condujeron a cruentos choques bélicos y frenan la normalización diplomática. Bucaram, que prometió ante el Congreso abandonar la carrera armamentística, recibió ayer visibles muestras de simpatía en Lima y Ayacucho, y ha compartido con el presidente Alberto Fujimori un baquete de cebiche de- pescado y marisco: "El cebichito de la paz". "El loquito y el chinito [Fujimori] haremos la paz en Latinoamérica", prometió.
Mientras tanto, y acorde con las intenciones propagandísticas de todos sus movimientos, el comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que asaltó la residencia del embajador japonés en Lima y mantiene secuestradas a 74 personas insiste en responder públicamente a la propuesta del Gobierno peruano de abordar la crisis en una comisión de garantes que integren el Vaticano, la Cruz Roja Internacional- el Ejecutivo y el MRTA. El Comandante Evaristo precisó además, en una comunicación radiofónica con una agencia informativa, que la ráfaga de disparos escuchada la mañana del lunes en el interior de la residencia tomada fue de advertencia porque varios policías, afirmó, se habían acercado a menos de cien metros de la sede diplomática tomada, y de vez en cuando les tiran piedras y palos.
Los discursos de Bucaram, que audazmente rompió la tradición de los gobernantes ecuatorianos de no viajar nunca a Perú y llegó a Lima con la mitad de contenido y de favorable impacto. Es imprescindible pedir perdón por los errores cometidos en el pasado, "perdón por las vidas que quedaron en el camino y perdón por lo que enseñamos a nuestros hijos", subrayó en su comparecencia ante el Congreso. La escolarización de los niños ecuatorianos y peruanos se acompaña de una fuerte carga emocional, mapas, interpretaciones históricas y geográficas sobre las fronteras y convocatorias a comprometer la vida si así lo exigiera la defensa de los irrenunciables límites nacionales.
En respuesta a quienes denuncian la masiva compra de armas por las Fuerzas Armadas ecuatorianas, escuchándose en Quito parecidas imputaciones respecto a Perú, Bucarám dijo: "El Ecuador respetuosamente le expresa al Congreso peruano que no entrará en una carrera armamentística en los próximos años, ni a comprar más armamento que signifique una renovación del que ya tiene". En tanto los pacifistas de ambos países hacen votos para que las palabras se transformen en hechos, el populista jefe de Gobierno confesaba haberse dejado llevar por la emoción y el llanto durante su visita al Monumento de los Próceres de la Independencia: "El grito del pueblo que me decía ¡Bucaram, queremos paz!' me ha hecho llorar".
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