Tambores lejanos
La Pantoja ha arrasado en Madrid. Hoy se despide tras 24 jornadas clamorosas a lleno diario (y a 7.000 pesetas la butaca de patio), con su espectáculo Lo hago por tí. El pasado viernes, como cada día, Isabel encandiló al público desde el primer minuto. Aparece como una Virgen de Murillo, toda de azul celeste, entre tules, cortinajes etéreos y glamour de aquellas películas de Cifesa en tecnicolor. No parece de este mundo. Es como un sueño. Surrealista.Se cambia seis veces de vestido, a cual más asombroso. Las ausencias para el trueque indumentario son cubiertas por el Ballet, que cumple su cometido con brillantez. El espectáculo es ágil, impecable. Pero hay un detalle que desbarata el magnífico tinglado: el sonido es sonrojante. La gran orquesta, mas que en el foso, está en el exilio. Sólo se escucha un eco lejano clandestino, de tambores y vientos. La voz de la artista, reforzada por reverberaciones mastodónticas, en ocasiones lacera la sensibilidad auditiva del respetable. Pero el respetable de Isabel Pantoja perdona todo. Los asesores de la cantante parecen desdeñar algo elemental: si sonara como Dios manda, la Pantoja gustaría más a sus fieles y conseguiría nuevos conversos.
Isabel Pantoja
Con la Orquesta y el Ballet Clásico Español del Teatro Calderón. Dirección artística: José Luis Moreno. Dirección musical: Alejandro Monroi. Teatro Calderón. Madrid, 10 de enero.
El repertorio, en el que incluye canciones de su último álbum, es discutible. Y demuestra una vez más que los grandes compositores de la copla desaparecieron hace tiempo, aunque el género no morirá jamás. Ella es un ejemplo. Ahora bien, Isabel tiene que curarse de espanto.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.