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Yeltsin vuelve al hospital aquejado de neumomía

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, tuvo que ser hospitalizado nuevamente ayer con síntomas de neumonía, según un lacónico comunicado oficial emitido anoche, que daba cuenta de un súbito agravamiento de su salud. Desde el martes pasado, Yeltsin estaba recluido en la villa Gorki 9, una de sus residencias en las afueras de Moscú, aquejado de un resfriado. Pese a su parquedad, el comunicado del Gobierno no deja dudas sobre el delicado estado de salud del presidente, quien fue sometido a una operación cardiaca el pasado 5 de noviembre y desde entonces sólo ha podido trabajar en el Kremlin durante menos de dos semanas. Este episodio abre otra vez las dudas sobre la capacidad de Yeltsin para ejercer la presidencia.

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En ocho líneas, la agencia Itar-Tass, citando el servicio de prensa del jefe del Estado, hizo saber después de las nueve de la noche (hora moscovita, dos horas menos en la España peninsular) que tras la revisión médica nocturna, los médicos que atienden a Yeltsin constataron "la aparición de los primeros síntomas de desarrollo de una neumonía". "Para precisar el diagnóstico y realizar el correspondiente tratamiento se tomó la decisión de hospitalizar a Borís Yeltsin durante algunos días en el Hospital Clínico Central", señalaba la agencia. Llamaba la atención el carácter impersonal del texto, que ni citaba por su nombre al secretario de prensa del presidente ni tampoco a los médicos que le atienden.Yeltsin, de 65 años y con un largo historial como paciente cardiaco, fue elegido presidente de Rusia el 3 de julio, en plena convalecencia de dos crisis, que fueron cuidadosamente ocultadas a la población hasta después de pasados los comicios. Posteriormente, el líder del Kremlin reveló públicamente sus problemas y anunció que había decidido someterse a una operación. El 5 de noviembre, el doctor Renat Akchurin, al frente de un equipo de 12 médicos rusos, practicó la intervención en la que le fueron implantados cinco puentes cardiacos. El decano de este tipo de cirujía, el norteamericano Michael DeBakey, que asesoró al equipo y estuvo en la sala contigua al quirófano mientras Yeltsin era intervenido, ha dicho esta semana que cualquier dolencia en un convaleciente de una operación semejante requiere seria atención porque puede complicarse.

"Semirreposo"

Oficialmente, sin embargo, los portavoces del Kremlin no habían dado gran importancia al resfriado del presidente y, para referirse al tratamiento a que estaba sometido hasta ayer, utilizaban un término como "semirreposo", una expresión ambigua que parecía sugerir que Yeltsin pasaba parte del día en la cama y parte del día de pie. Tal régimen, según la agencia Interfax, comprendía revisiones regulares por parte del doctor que atiende al presidente, el director del centro médico del Kremlin, Serguéi Mirónov.El cirujano Renat Akchurin, por su parte, dijo ayer que el resfriado presidencial no estaba relacionado con la operación y no podía tener un efecto negativo sobre el corazón. Sin embargo, Akchurin parecía asumir una posición cercana a la de DeBakey al añadir que a las personas convalecientes de una operación como la experimentada por Yeltsin les conviene evitar cualquier enfermedad en los dos o tres meses posteriores.

Durante 1996, Yeltsin ha pasado prácticamente medio año enfermo o convaleciente en diferentes residencias, sanatorios y clínicas de las afueras de Moscú, mientras los aspirantes a sucederle, con el general Alexandr Lébed a la cabeza, iniciaban ya sus campañas electorales y les imprimían dinamismo o moderaban su energía en función de las noticias sobre su salud.

Tras afirmar que se encontraba con estado de ánimo "combativo" y anunciar un apretado calendario de entrevistas y viajes, Yeltsin volvió al Kremlin el 23 de diciembre con gran despliegue propagandístico. El último acto oficial al que asistió fue el 6 de enero, y ya entonces tenía 37,5 grados de fiebre. El martes, los portavoces se limitaron a decir que tenía "un poco de fiebre", y el miércoles guardaron silencio sobre este aspecto.

El general Alexandr Lébed, ex jefe del Consejo de Seguridad de Rusia, declaró anoche a la emisora el Eco de Moscú que Yeltsin "es una persona vieja y enferma" que debe retirarse a causa de su estado de salud. "Se encuentra ante el dilema de trabajar o vivir", añadió. Según las encuestas, Lébed es el favorito en el caso de que se celebraran elecciones presidenciales por incapacidad de Yeltsin.

Chernomirdin, interino

El jefe del Gobierno, Víktor Chernomirdin, el número dos Rusia, es la persona que debe tomar las riendas del poder en caso de que el presidente no pueda ejercer. En ese caso y en el de fallecimiento del presidente, Chernomirdin sería presidente interino por un plazo de tres meses al término de los cuales se celebrarían elecciones. Un portavoz gubernamental anunció ayer que Chernomirdin continuaría con sus planes de tomarse una semana de vacaciones a partir de hoy, a cuenta de días pendientes del año pasado. Sin embargo, el jefe del Ejecutivo no se irá a Sochi, el lugar de descanso de la élite rusa a las orillas del mar Negro, sino en las afueras de Moscú.En la capital rusa, la gripe que afecta al país es más benigna que en otras zonas y no puede considerarse como una epidemia. A pesar de ello, el ministro de Finanzas Alexandr Livchits tuvo que ser hospitalizado poco después de que lo fuese Yeltsin a causa de una fuerte gripe que le produjo una fiebre muy alta. En la última semana cayeron enfermas 100.000 personas entre adultos y niños (65.000 adultos y 35.000 niños), según informó la agencia oficial Itar-Tass, citando fuentes del Ministerio de Sanidad.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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