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¿"Cómo se llama esto?"

Los chabolistas de Boadilla del Monte afrontan el temporal sin ayudas

El temporal de frío polar dejó ayer un dudoso regalo de reyes en el poblado chabolista de magrebíes en Boadilla del Monte (localidad de 17.834 habitantes). Una capa de nieve de unos 30 centímetros cubría los tejados de los chamizos y el suelo estaba plagado de placas de hielo. Los 1 000 inmigrantes y 400 chabolas (es el mayor poblado de la Comunidad) vivieron la jornada más dura del año. El azote del frío endureció aún más la miseria."¿Cómo se llama esto [la nieve]?", preguntó ayer un niño de unos 11 años en el poblado de Boadilla. Era la primera vez que veía nevar. El zagal, se tiraba por las cuestas blancas sobre unos esquís de fabricación propia: dos botellones de plástico en los que recortó un hueco, donde metía los pies.

"Mira cómo se me han quedado las manos", enseñaba otro chaval mayor. Las tenía amoratadas e hinchadas por el frío. Acababa de recorrer con una caja llena de barras de pan al hombro los 500 metros de distancia que separan al poblado del casco urbano. "Este tiempo nos hace la vida mucho más complicada de lo que ya la tenemos", añadió el joven.

Los chabolistas combaten la miseria y el frío como pueden. Refuerzan las paredes de sus chamizos con alfombras viejas que clavan a las maderas y sellan con barro los resquicios que quedan entre las vigas de madera y el suelo. "Pero siempre quedan sitios por donde pasa un aire muy frío y tenemos que dormir con cinco mantas por encima", comentó un chabolista que, como sus vecinos, pidió anonimato.

Los marroquíes se congregaban ayer dentro la chabolabar del poblado. Este establecimiento clandestino tenía las estufas de gas butano a tope. Ni los gatos del poblado pisaban otro terreno que no fuera éste. "Un té bien caliente te limpia el cuerpo y te quita el frío", decía un cliente.

"Estamos todos enfermos del frío y nadie nos ayuda", se quejaba otro inmigrante que no podía ocultar su fuerte catarro. Todos aseguraban que nadie acudió a paliar su situación. Y la nieve siguió cayendo.

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