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"Mi hijo está en una tumba para vivos" dice la madre del líder del MRTA

En una minúscula celda, Víctor Polay habla solo. Durante meses de confinamiento en solitario, el antes robusto fundador del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), de 44 años, ha perdido 27 kilos, según cuenta su madre, Otilia Polay, que podía visitarle durante media hora al mes hasta que estalló la presente crisis.Polay, que fue compañero de clase del ex presidente de Perú Alan García en la parisina universidad de la Sorbona, ha sufrido un rápido deterioro físico y mental bajo las draconianas condiciones que han llevado a otros hasta la locura. Mientras cumple su condena de cadena perpetua, ha perdido prácticamente la vista Por vivir en la oscuridad desde hace cuatro años. "Mi hijo está en una tumba para vivos", dice la madre de Víctor Polay, de 68 años, propietaria de una ferretería, cerca de la base naval de Callao en la que su hijo y otros guerrilleros cumplen su pena. "Sufren una muerte lenta".

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El líder del MRTA no puede mantener contactos telefónicos y, sólo en ocasiones, se le permite hacer ejercicios durante media hora en el patio de la prisión. El resto del tiempo lo pasa en su celda, donde recibe las comidas a través de una portilla, hace sus necesidades en un agujero en el suelo y administra su dosis diaria de agua entre la bebida, el aseo personal y la limpieza de ese agujero.

En 1992, Fujimori impuso un endurecimiento del régimen carcelario a los guerrilleros. Después de un primer año sin contactos con la familia, pueden recibir una visita de 30 minutos cada mes, a través de un grueso cristal y cuidadosamente vigilados.

Sus lecturas también son censuradas. A Polay se le ha negado, por ejemplo, una biografía de Winston Churchill y novelas de Gabriel García Márquez. Recíben escasa comida y rara vez tratamiento médico. Muchos padecen tuberculosis, SIDA o cáncer. No pueden recibir mantas ni ropa de abrigo.

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