De menú, pavo real
Leo atentamente en EL PAÍS, en la sección Madrid, la denuncia de un vecino de Madrid por los ruidos de una bolera que está debajo de su casa; además, aparece la queja de una vecina de Coslada por el ruido de los aviones, y junto a esto, la llamada de un vecino de la localidad de Carabaña (1.066 habitantes), el cual es un pueblo tradicionalmente agrícola y ganadero, a 50 kilómetros de distancia de la capital, en la que dice: "Si el pavo está en celo, aquí no se duerme". En este artículo, el vecino en cuestión se queja porque "su vecino de la casa de al lado se dedica a criar pavos, palomas y perdices (olvidándose de nombrar cuatro periquitos de diversos colores), cuyos berridos, aunque ya han cesado, le han llevado a poner en venta su chalé".Puede resultar llamativo que se queje un vecino que tiene una casa en el campo porque oye ruidos de animales. Sin embargo, no me resulta extraño el enojo de este señor con el susodicho pavo real (especie exótica de importante valor), porque en su día se fijó en este animal para que le sirviese de menú, y su criador (el que suscribe) se lo negó rotundamente. Dirigiéndose al dueño del pavo, el denunciante dijo: "¿Por qué no le matamos y nos lo comemos?".
Pues hago una llamada a cualquier asociación para la defensa de los animales, o si no a una de gourmets, que filmen en vídeo al buen señor despachándose una gran comilona consistente en un primer plato de periquitos a la plancha, y de segundo, estofado de pavo real. Luego estaría dispuesto a ofrecer a los múltiples niños a quienes les gusta visitar a estas aves una pluma de pavo real mientras contemplan un CD-ROM interactivo sobre aves exóticas y, de regalo, un vídeo de Parque Jurásico versión pavo.
Doy las gracias al señalado redactor por mezclar en un mismo artículo esta noticia sobre un pavo real ubicado en un pueblo agrícola y ganadero con las quejas de quien, dentro de la capital, sufre los ruidos de una discoteca o un aeropuerto, porque inventaremos la enciclopedia de La fauna ibérica del futuro, con direcciones de discotecas y con los horarios de los aviones. Quizá sólo es que confunde un animal de carne y hueso con el éxito musical de El Puma.
Posdata. Los pavos reales no berrean, sino que cantan, y, además, para vender su chalé están los anuncios por palabras.-
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