El pánico se adueña de la ciudad

El asesinato de las dos agentes de la Policía Local sembró el pánico en la zona donde se produjo el tiroteo. Algunos comercios cerraron sus puertas al correrse la voz de que los atracadores huían armados por las inmediaciones.Tras salir del banco, uno de ellos amenazó a la empleada de una pastelería situada enfrente de la entidad y que vio cómo se producía el asalto y cómo se llevaban al rehén.

Soraya González Real observó movimientos raros y advirtió a los clientes que desayunaban en su local que se echaran al suelo después de ser apuntada con su arma por uno de los asaltantes.

La empleada de una óptica vio también todos los movimientos de la banda de atracadores, así como el pescadero de la calle. Éste comprobó que junto a su establecimiento cayó la saca del dinero y la pistola que se le había caído a un atracador.

Córdoba, habitualmente apacible" ha vivido en los últimos seis meses tres sucesos que han sacudido los cimientos de la ciudad. El primero de ellos ocurrió el 20 de mayo cuando ETA asesinó al sargento del Ejército Miguel Ángel Ayllón con una carga explosiva que estaba oculta en un contenedor. La organización terrorista, además, había dejado 200 kilos de amosal en dos coches trampa. No hicieron explosión porque la carga fue desactivada por la policía. La banda terrorista etarra pudo haber ocasionado una matanza en la avenida de Carlos III si se hubiese activado el dispositivo para explosionar la carga. Afortunadamente, un fallo en el telemando o bien la precipitada huida de los terroristas evitó la hecatombe.

El otro hecho más cercano ocurrió el 29 de noviembre cuando tres delincuentes atracaron la oficina principal del Banco de Andalucía, también en el centro de la ciudad. A la salida de la entidad, uno de ellos arrebató la pistola a un policía local que había sido advertido del robo.

Tras una espectacular persecución por las calles de la ciudad, la policía logró interceptar a los ladrones en la avenida Carlos 111, muy cerca de donde se produjo el atentado de ETA.

Los delincuentes salieron armados del vehículo. Uno de ellos, Manuel Ángel Sánchez Camargo, de 36 años, murió tras un enfrentamiento con la policía, mientras que sus compinches José Gallardo Holgado, de 22 años, y Fabián Castellanos Remedios, de 34, eran reducidos y detenidos.

A estos hechos se une ahora el asesinato de las policías María de los Ángeles García García y María Soledad Muñoz Navarro. La ciudad se mantuvo intranquila desde que tuvo conocimiento de que aún faltaba por detener un cuarto atracador. Todas las fuerzas de seguridad, apoyadas por helicópteros, peinaron la ciudad en su busca, lo que provocó el desconcierto entre la ciudadanía.

El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, reconoció en Madrid su preocupación por la creciente implantación la criminalidad organizada en España. "Estamos ante un fenómeno que, sin duda ninguna, va a exigirnos más organización, porque ellos cada día están más organizados". El ministro, que ha concedido a las dos agentes asesinadas la Medalla al Mérito Policial, resaltó que "han cumplido con su obligación de forma tan ejemplar que han sido capaces de ofrecer su propia vida".

Los cordobeses, además de haber colaborado eficazmente en la captura de los homicidas, mostraron su apoyo y solidaridad con la Policía Local abarrotando la capilla ardiente donde estaban expuestos los cadáveres de las dos agentes.