Habrá campanadas en Nochevieja
La Comunidad de Madrid gasta ochenta millones en reparar el reloj de la Puerta del Sol
Funciona. Y suena. Se, trata del reloj de la Puerta del Sol. Sus campanadas se escucharon anoche con nitidez. Incluso parecía algo acelerado, después de haber permanecido mudo y en reparación desde el pasado mes de mayo. Pero anoche mostraba, recuperada, su vitalidad de siempre. La misma que miles de madrileños y forasteros consumen cada Nochevieia bajo su son. Entré uvas; algunos, sobre uva. Su latido parecía mucho más alegre. Y ello porque el caserón que alberga la sede de la Comunidad de Madrid se halla completamente destripado para su reparación completa. Una lona donde aparecen los lomos del palacio simulados con fotografías grisáceas recubre el edificio, que no verá restaurado su interior ni sus fachadas hasta las Navidades del año que viene. Mientras, el reloj espera cumplir con su obligación esta próxima Nochevieja.A ello se ha comprometido Luis Eduardo Cortés, consejero de Obras Públicas de la Comunidad de Madrid. Anoche mostraba una sonrisa abierta al escuchar las campanadas procedentes del alzado templete que remata el palacio, recién restaurado, donde la sonería del gran reloj encuentra su púlpito. Un sistema de megafonía ampliará sus campanadas hasta el último confín de la Puerta del Sol. Hasta ahora, había rincones donde apenas se oía. Ayer todos pudieron escuchar el gran reloj
Es un reloj regalado a la ciudad de Madrid por José Rodríguez de Losada, un leonés nacido en La Iruela en 1797, que se inclinó por las ideas avanzadas. Por liberal, precisamente, hubo de exiliarse a Inglaterra mediado el siglo XIX. Se estableció en Regent Street, en pleno Londres, pero no olvidó sus vínculos con España. Experto en cronómetros de marinería, los más exactos, Losada diseñó este reloj con especial mimo. Su pasado va unido al de Madrid, desde que fuera izado en noviembre de 1866 hasta la parte superior del palacio.
Se asienta sobre una bancada de hierro fundido de 1,77 metros de longitud por 60 centímetros de altura y 70 centímetros de profundidad. Consta de tres ruedas de medio metro de diámetro, sobre las que se incrustan otros tantos tambores de 35 centímetros, en los cuales se enrollan tres cables de acero sobre, los que penden tres pesas de 100 kilos. Un dispositivo muy singular, llamado áncora, transforma el giro de las ruedas y tambores del reloj, su movimiento circular, en movimiento oscilatorio y pendular. Su vaivén dura dos segundos. El vaivén se aprovecha para que un martillete golpee las campanas de bronce que inundan con su nota cantarina el comienzo de cada año desde la cúspide del centro de Madrid.
El reloj de Losada tiene cuerda -autonomía, le llaman los relojeros- para 75 horas. En teoría, podría tenerla para ocho días, pero un accidente registrado en 1920 hizo desplomarse entonces las grandes pesas de tal manera y con tanta fuerza que perforaron el tejado del. principal despacho de la casa. Se da la particularidad de que éste es el despacho empleado por el presidente de la Comunidad Autónoma.
Ahora no hay tal riesgo", confiesa Juan Blasco, arquitecto. "Hemos puesto una protección de hormigón especial de 10 centímetros de espesor que convierte en imposible un accidente similar", subraya. Tal riesgo parece conjurado, pero, como quiera que hubo que acortar la longitud de los cables sobre los que las pesas se sujetan, la autonomía del reloj se ve restringida.
"No hay riesgo de que enmudezca", confiesa Luis Eduardo Cortés, el consejero de Obras Públicas de la Comunidad. "Hemos invertido algo más de ochenta millones de pesetas en restaurar el templete. Vicente Rodríguez, el relojero, ha desmontado y revisado una a una las piezas del reloj. Un equipo de relojeros, los herederos profesionales de Losada, han hecho un informe preciso sobre la salud del cronómetro. Personalmente puedo garantizar que funcionará. ¡Vaya que si funcionará", dice.
"El estado de la torre que alberga el reloj era verdaderamente deplorable. Se hallaba prácticamente en ruinas. Ahora mírelo usted. Es una delicia verlo". ¿Y si fallara? "Si fallara, me subo yo mismo a golpear la campana", bromea.
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