Harnoncourt vuelve a sus orígenes
El regreso de Harnoncourt con el Concentus Musicus de Viena al repertorio del XVII es algo así como el retorno de Ulises a la patria. ¡Qué regalo anticipado de Navidad! Gabrieli, Monteverdi: el Tiziano de la música por el calor veneciano que impone a la instrumentación; el poeta que ha sabido hacer de la palabra cantada pura música de la intimidad.En el viaje que aún perdura por los Haydn, Mozart, Beethoven, Weber, Schubert, Brahms o Bruckner, cuya próxima parada se anuncia en Verdi, Harnoncourt se ha llenado de experiencia y sabiduría al tratar de ver el otro lado del espejo. ¿Cómo sonaría Monteverdi después de sus aventuras, ese Monteverdi que amábamos hasta el delirio en los setenta? El reencuentro con la memoria musical no era pues únicamente suyo, sino también de los espectadores. ¿Nos defraudaría?
Concentus Musicus de Viena
Director: Nikolaus Harnoncourt. Solista: Madana Lipovsek. Obras instrumentales de Gabrieli y Brade. Obras vocales de Monteverdi. Ciclo Ibermúsica.Auditorio Nacional, 11 de diciembre.
Pues no, no solamente no nos defraudó sino que la chispa de la emoción el calor de la intimidad musical, volvió a saltar. Versiones llenas de, transparencia en Gabrieli, con unos instrumentos originales que nos llevaban a sonidos imperecederos; aplicación en Monteverdi de la articulación, el movimiento, la entonación, la sonoridad y otros conceptos vertidos en sus libros de interpretación musical. La mirada de Harnoncourt es una mirada que venía de la serenidad. La complicidad, desde el silencio y el recogimiento. ¿Estábamos en el XVII o en el XXI?
Cantó Marjana Lipovsek, gran artista. Sus versiones de Mahler y Schumann son conmovedoras. En las arias de La coronación de Popea, El retorno de Ulises o en el estremecedor Lamento de Arianna, fraseó con intención, calor, musicalidad y dominio de los acentos, pero adoleció de un punto de ingenuidad o si se quiere de frescura, tanto tímbrica como estilística.
El Concentus Musicus de Viena volvió a demostramos su condición de grupo extraordinario en todas las secciones e instrumentistas. El público del ciclo Ibermúsica, no familiarizado con este tipo de repertorio, recibió el concierto con división de opiniones: entusiasmo encendido en unos; huida hacia la calle en otros. Lo que al margen de gustos estaba claro es que nos encontrábamos en una de las noches más memorables del curso musical. Harnoncourt ha vuelto por un día a sus orígenes. ¡Qué privilegio acompañarle!
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