Una memoria personal de EL PAÍS
Multitudinaria presentación del libro de Juan Cruz sobre una aventura periodística
"Veinte años de vida en una redacción" es el motivo de la obra Una memoria de EL PAÍS (Plaza y Janés), del escritor y periodista Juan Cruz, que fue presentada anoche en un acto multitudinario celebrado en la Fundación Thyssen-Bornemisza. Algunos de los intelectuales que han acompañado la trayectoria del periódico -Juan Cueto, Eduardo Haro, Antonio Muñoz Molia o Manuel Vicent- glosaron el libro y la personalidad de su autor. El consejero delegado del Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián -primer director de EL PAÍS-, defínió el sentido de este diario en el momento actual: seguir siendo un periódico cuando "las libertades están más amenazadas desde algunos palacios que desde la calle"
Frente a una primera fila de asistentes en la que tomaban asiento Jesús de Polanco, presidente del Grupo PRISA, y Francisco Umbral -entre otros-, Eduardo Haro Tecglen comenzó su intervención definiendo su relación con este periódico como "20 años de noviazgo". Y bromeó: "A mí siempre me parecía que EL PAÍS era un periódico muy frío por dentro. Yo le preguntaba a Francisco Umbral: ¿tú crees que nos quieren? 'No se sabe, no se sabe', me decía Umbral". Pero tras leer el libro de Juan Cruz, Haro ha llegado a la conclusión de que EL PAÍS no era lo que él creía. "Juan Cruz me ha descubierto el otro lado de EL PAÍS, su cara oculta, sus excelencias internas", apostilló. Para Antonio Muñoz Molina, autor del prólogo de Una memoria de El País. 20 años de vida en una redacción, la principal virtud del libro "está más que en la información que aporta sobre la historia de un diario, en las sensaciones personales que provoca en el lector". "A mí", dijo el autor de Ardor Guerrero, "su lectura me ha ayudado a recordar cómo era mi vida hace 20 años. Aquel 1976, en aquel momento de incertidumbre, EL PAÍS satisfacía una expectativa política, la de las libertades democráticas, y al mismo tiempo era el sueño de un joven literato de provincias como yo que soñaba con poder colaborar algún día en el diario".
"Un sueño", añadió Muñoz Molina, "como el del propio Juan Cruz, un joven que sale de Tenerife dispuesto a comerse el mundo y comerse el mundo es para él trabajar en EL PAÍS".
El escritor recordó cómo Cruz se vino tres veces a Madrid desde Tenerife para convencer a Juan Luis Cebrián de que "yo tenía que estar en este periódico". Y glosó el tesón y mérito periodísticos de Cruz, que le llevaron a ser corresponsal de EL PAÍS en Londres y más tarde a desempeñar, sucesivamente, las jefaturas de Cultura y de Colaboraciones del diario.
Crónica sincera
Por su parte, el novelista Manuel Vicent afirmó que Una memoria de EL PAÍS es "una crónica sincera, sencilla y necesaria" del periódico. "Es un libro ineludible que envejecerá muy bien porque no tiene héroes ni florituras. Mejorará con el tiempo, como las buenas fotografías", agregó el autor de Tranvía a la Malvarrosa.Vicent puso a EL PAÍS como ejemplo de un periódico hecho por "periodistas normales, humildes, que como los marineros saben ser precavidos, pero cuando hay que medir su talla de hombres y dar la cara, la dan".
Para Juan Cueto, Cruz "consigue que los lectores revivan el entusiasmo fundacional de EL PAÍS", un periódico "que no tiene 20 años sino más de 100, porque no sólo entronca con los ideales de la II República sino con la Institución Libre de Enseñanza y los grandes asuntos pendientes en España desde la Ilustración".
Juan Luis Cebrián destacó el carácter de obra colectiva de EL PAÍS y el hecho de que su salida coincidiera con la transición a la democracia. Y se preguntó qué sentido tiene EL PAÍS en este momento en que se habla de una "segunda transición".
Tras calificar ese concepto de "falacia", Cebrián afirmó que la transición sólo puede ser el paso de la dictadura a la democracia. Y reflexionó sobre la crispación que ha acompañado la vida española en los últimos lustros antes de decir que la transición no ha terminado; y que la libertad es un bien precario, "muchas veces más amenazado desde algunos palacios que desde la calle".
El consejero delegado de PRISA dijo también que EL PAÍS debe seguir siendo un periódico, que no es una institución ni un partido político, sino un lugar en el que se mira alrededor y se ve lo que pasa, para contárselo a los demás y ayudarles a reflexionar.
Muchas personas quisieron acompañar a Juan Cruz en este acto, seguido por numeroso público a través de un circuito cerrado de televisión, por falta material de sitio en el salón donde se realizó, completamente abarrotado. Cerca del autor estaban Jesús de Polanco, presidente del Grupo PRISA; Javier Díez Polanco, director general de PRISA; Jesús Ceberio, director de EL PAÍS; Ele Juárez, director de la División Audiovisual de PRISA; Augusto Delkader, director general de la SER; y Joaquín Estefanía, ex director de EL PAÍS y actual director de Opinión, a la cabeza de un gran número de periodistas,y colaboradores de EL PAÍS.
Junto a ellos, Francisco Umbral, Arturo Pérez-Reverte, Javier Marías, Pedro Altares, Pilar Miró, Julio Llamazares, Vicente Molina Foix, José Luis Coll, Adolfo Marsillach, Juanjo Annas Marcelo, Juan José Millás, José Luis Sampedro o Jesús de la Serna, entre otros.
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