El Papa y el arzobispo de Canterbury descartan la unidad de sus iglesias
Acuerdo para una gran celebración ecuménica el año 2000
Juan Pablo II y George Leonard Carey constataron ayer que los problemas que separan a católicos y anglicanos, en especial el del sacerdocio de la mujer, que los segundos admiten, y el del primado de Roma, que para los primeros es dogma, no son fáciles de resolver ni permiten vislumbrar una solución cercana. No obstante, en su primera entrevista desde 1992 -la sexta de las mantenidas en los últimos 30 años por los representantes máximos de ambas iglesias-, el Papa y el arzobispo de Canterbury renovaron el deseo de unidad e invitaron a sus seguidores a cooperar en la difusión de la moral cristiana.
"Soy realista por naturaleza y tengo que reconocer que los problemas son serios", admitió el primado anglicano en conferencia de prensa y añadió que las dos entrevistas mantenidas con el Pontífice católico en los últimos tres días "carecen de consecuencias prácticas"."En la historia de la cristiandad, hemos encontrado modos de superar otros obstáculos que parecían tan serios como éstos. Debemos confiar en Dios. En los próximos años puede suceder cualquier cosa, incluso que la Iglesia anglicana decida que el sacerdocio de la mujer, que algunas de nuestras comunidades no han aceptado todavía, no ha sido una buena idea, aunque personalmente lo considero poco probable y preferiría que llegue a ser aceptado como una tradición de nuestra Iglesia", dijo Carey, tras insistir en que este aspecto del sacerdocio "es sólo un problema cuya importancia no debe ser exagerada".
El comunicado conjunto emitido ayer se refiere, en primer lugar, al problema de la "autoridad en la Iglesia", y señala que "sin un acuerdo en este campo, nunca lograremos la unidad plena y visible que desearnos". El propio Juan Pablo II, en la homilía que pronunció durante las vísperas que presidió con Carey, sostuvo que todos los problemas, "incluido el desacuerdo sobre la ordenación sacerdotal a la mujer", ponen de manifiesto "la necesidad de alcanzar un compromiso acerca de cómo la Iglesia discierne con autoridad las doctrinas y las prácticas que pertenecen a la fe apostólica".
"Por desgracia, las dificultades pesan seriamente en el camino de la reconciliación", reconoció el Papa al recibir al primado anglicano en una entrevista formal a la que Carey acudió acompañado de su esposa, Eileen, y de su portavoz, la señora Lesley Perry. "¡Ah!, usted es la Navarro Valls del arzobispo", le dijo el Papa en tono festivo a esta última.
El primado anglicano ha defendido "la aceptación de la legítima diversidad como uno de los signos claves de identidad" de su Iglesia, y de la autonomía de las comunidades. El Papa ha destacado la importancia esencial de "la autoridad doctrinal en la Iglesia".
El arzobispo de Canterbury ha juzgado positivamente "la disposición del Papa a ofrecer el primado (su autoridad suprema de Pontífice) como un donación de servicio a la Iglesia".
"El diálogo entre nosotros proseguirá", afirmó Carey, que se declaró de acuerdo en promover una gran celebración ecuménica para el año 2000, y en luchar por que católicos y anglicanos den ejemplo moral, pese a las diferencias.
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