Gobierno y guerrilla de Guatemala firman hoy en Oslo el alto el fuego
Después de cinco años de accidentadas conversaciones, el Gobierno y la guerrilla de Guatemala se han comprometido a sellar la paz antes de que acabe 1996. Todo está decidido. La fecha mágica: el 29 de diciembre. La hora: once de la mañana. Lugar: el Palacio Nacional de Ciudad de Guatemala. Antes de llegar a la meta queda todavía una carrera contrarreloj cuyas etapas pasan por Oslo, Estocolmo y Madrid, donde se firmarán, entre hoy y el día 12, los últimos acuerdos previos. El de hoy, en la capital noruega, supondrá el alto el fuego definitivo.
Si no hay sobresaltos, en 1997 este castigado país habrá dejado atrás 36 años de guerra civil. Tres son los acuerdos parciales que quedan por suscribirse: el alto el fuego definitivo, que será firmado hoy en Oslo; las reformas constitucionales y régimen electoral, que será ratificado el próximo sábado en Estocolmo, y la reinserción a la vida civil de los guerrilleros de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), previsto para Madrid el día 12. ¿Por qué estas tres capitales europeas? Como gesto de agradecimiento al apoyo de Noruega, Suecia y España al proceso de paz.Según lo previsto, las partes volverán después a México, donde reside desde hace años la dirección guerrillera, para fijar el calendario del cumplimiento de los acuerdos. Y de ahí acudirán con sus mejores galas a Guatemala, donde tamarán las uvas de la paz ante medio centenar de jefes de Estado y 600 delegaciones internacionales.
Los otro ocho acuerdos parciales ya firmados, que van desde los derechos de los pueblos indígenas al papel del Ejército, pasando por la situación agraria, han reforzado el consenso nacional. Sobre el terreno, tanto el Ejército como la guerrilla han suspendido desde marzo las acciones ofensivas, mientras el Gobierno ha empezado a desmovilizar a las llamadas Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), grupos paramilitares formados por unos 300.000 campesinos organizados desde los años ochenta para luchar "contra la subversión". Las Fuerzas Armadas, sometidas a una intensa depuración, se preparan para reducir sus efectivos en un tercio a partir de 1997.
A pesar del buen ritmo del proceso, no hay que echar toda vía las campanas a vuelo, como ha advertido reiteradamente el presidente guatemalteco, el con servador Alvaro Arzú, quien asumió el poder el pasado enero y dio un impulso inusitado a las negociaciones al reunirse personalmente, en un gesto sin precedentes, con la cúpula guerrillera en México. Sus palabras se vieron confirmadas a mediados de noviembre cuando se descubrió la implicación de una de las cuatro facciones de la URNG en el secuestro de Olga de Novella, una empresaria de 86 años perteneciente a una de las familias más influyentes del país. La crisis, que ha tenido un alto coste para la imagen de la guerrilla, se resolvió finalmente con la retirada de la mesa de negociaciones de Rodrigo Asturias, el comandante Gaspar Ilom, responsable del grupo autor del secuestro.
Arzú ha recordado también que existen diversos sectores en el país, vinculados a las fuerzas más reaccionarias, dispuestos a boicotear el proceso de paz. No es casualidad que en las últimas semanas haya aparecido una nueva guerrilla, el oscuro Ejército Revolucionario Popular Guatemalteco, que siembra el terror entre los terratenientes del departamento de Queztaltenango, al oeste del país.
Y queda pendiente, por último, un tema que levanta ronchas: la amnistía general, propuesta como instrumento para facilitar la reinserción de la guerrilla. El Gobierno quiere que beneficie a todos, a militares y rebeldes, mientras que varias organizaciones populares y grupos de izquierda creen que dejaría en la impunidad numerosos crímenes políticos cometidos durante el conflicto. "¿Quién se va a atrever a tirar la primera piedra en el desastre que hemos vivido?", se ha preguntado el presidente Arzú, para contestar: "Yo, en humildad, no me atrevo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.