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El Ermitage rescata 35 dibujos de Goya del botín obtenido por los rusos en la guerra

El museo de San Petersburgo expone los fondos de Otto Gerstenberg y Otto Krebs

Treinta y cinco dibujos, litografías y acuarelas de Francisco de Goya han sido desempolvados de los sótanos del Museo de la Ermita o Ermitage de San Petersburgo y expuestos junto con otras 54 obras de diversos autores. La muestra, inaugurada ayer, es la tercera que el museo organiza con arte obtenido como botín por los rusos durante la II Guerra Mundial y pone una vez más sobre el tapete el problema de la restitución de los tesoros artísticos a sus antiguos dueños. "Es un verdadero pecado no haber mostrado antes estas obras", dijo Mijaíl Piotrovski, director del Ermitage.

"Estos maravillosos dibujos de Goya han logrado conservar su aire de misterio a través de las décadas", añadió el director del museo. La mayoría de los dibujos expuestos en esta muestra -más modesta que la gran exposición de pintura francesa organizada el año pasado por el Ermitage- eran conocidos por los especialistas, aunque también hay un gran número de obras no catalogadas.Al primer grupo corresponden los dibujos de Goya, entre los que cabe destacar Maja y majo, perteneciente a su último periodo, cuando vivía en Francia'. Otras obras pintadas en esa época y expuestas en el Ermitage incluyen El castigo francés o Cocodrilo en Burdeos. En total, 31 de los 35 dibujos de la muestra pertenecen a los Álbumes de Burdeos.

En esta misma categoría de obras catalogadas hay que mencionar la acuarela de Vincent van Gogh Botes en la playa de Saintes-Maries, otra acuarela de Eugene Delacroix, un retrato de Jean-Auguste Ingres, un estudio de Paul Cézanne y ocho litografías de Honoré Daumier.

Al segundo grupo, es decir, a las obras jamás antes expuestas y no catalogadas, pertenecen 15 acuarelas de Paul Signac, una de Toulouse-Lautrec y tres de Émile Nolde, un paisaje de Jean-François Millet, 11 esbozos del escultor norteamericano de origen ruso Alexander Archipenko, cinco dibujos -de los seis expuestos- de Thomas Rowlandson y cuatro de Adolph Menzel.

La mayoría de las obras -los dibujos de Goya, Delacroix Ingres y Millet- vienen de la colección de Otto Gerstenberg, a quien también pertenecía la joya del botín de guerra expuesto el año pasado: La plaza de la Concordia, de Edgar Degas. Conocido financiero y director de la aseguradora berlinesa Victoria, Gerstenberg pasó a la historia gracias a su pasión por la pintura. Este mecenas se sentía especialmente atraído por los pintores franceses del siglo XIX y por los viejos maestros alemanes, holandeses y de Flandes, así como también por los dibujos de Rembrandt y Goya. A su muerte, su hija Margarita heredó la colección que ahora se encuentra mayoritariamente en Rusia.

A Otto Krebs pertenecían las acuarelas de Signac y de Nolde, y las 11 obras de Arhipenko. A la muerte del coleccionista en 1941, una gran parte de sus bienes pasaron a la Fundación Krebs, pero lo más valioso de su colección -incluidas más de cien obras de los impresionistas, algunas de las cuales fueron mostradas en la citada exposición del año pasado- se quedó en la villa que tenía en Holtzdorff, cerca de Weimar. En 1945 esta zona fue ocupada por los norteamericanos, pero al año siguiente en la villa vacía se instaló Vasili Chuikov, el jefe de la administración militar de Turingia, quien se negó a recibir al director del museo de Weimar. Éste pudo entrar en la villa sólo después de que los soldados soviéticos se fueron y, al hacerlo, se encontró con que la puerta del sótano donde se hallaba la colección de Krebs estaba abierta y la mayoría de las obras habían desaparecido. Ahora ya sabemos adónde fueron a parar.

La exposición del Ermitage permanecerá abierta hasta fines de marzo. En Moscú todavía sigue abierta otra muestra de obras expoliadas por los rusos durante la II Guerra Mundial: el oro de Troya. Esta exposición con el tesoro descubierto por el arqueólogo Heinrich Schliemann en Turquía en 1893 fue inaugurada en abril de este año y no se clausurará hasta dentro de cuatro meses.

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