La policía busca a un 'bakaladero' por la muerte a navajazos de un joven en Centro
La policía duda de que el hombre que mató el domingo de un navajazo a Alberto Guindo, de 21 años, e hirió a Roberto Iglesias, de sea un punki. Los investigadores, tras tomar declaración a los testigos del crimen, pechan que se trata de un bakaladero, una tribu urbana cuyas agresiones se han quintuplicado en lo que va de año. La asociación Jóvenes contra la Intolerancia, por su parte, han alertado de la posibilidad de que tras esta muerte se desate una guerra de tribus en Madrid. Ante esta situación, la Delegación del Gobierno mantuvo ayer una reunión de urgencia con la cúpula policial madrileña en la que se decidió aumentar los efectivos destinados a la vigilancia de la violencia juvenil urbana, así como iniciar una campaña de inspección en armerías. Siete de cada 10 detenidos pertenecientes a tribus urbanas llevan armas blancas.
El crimen ocurrió a las 5.30 del domingo en la calle del Barquillo (Centro). Alberto Guindo y Roberto Iglesias, acompañados de otros cuatro amigos, acababan de salir de un bar de copas. Los dos compañeros, siempre según las primeras versiones, se adelantaron unos metros y se cruzaron con una pareja. El hombre, moreno y de mediana estatura, lucía perilla y llevaba el pelo rapado a los lados y más crecido en el centro. La mujer, delgada y con una pequeña coleta, tenía el pelo teñido de rubio.Hubo en ese momento un cruce de insultos. Una fuente policial indicó que la discusión se inició después de que Roberto hiciese un comentario sobre el aspecto de la mujer. "De todos modos, nada justifica un asesinato", añadió dicha fuente.
Instantes después, el hombre sacó una navaja, se lanzó contra Alberto y le mató de una cuchillada en el corazón. Luego, según los testigos, se dirigió hacia Roberto y le asestó, en apenas unos segundos, un navajazo en la ingle y otro en el costado izquierdo. Acto seguido, huyó con la mujer hacia la calle de Argensola. Fuentes médicas señalaron que el agresor, por su rapidez y precisión, era un experto en el manejo de la navaja.
La policía, a partir de los testimonios de los amigos de las víctimas, casi da por descartado que el agresor sea un punki, hipótesis que se barajó en un principio. Por el contrario, los investigadores apuntan a que se trata de un bakaladero o bien una persona con la indumentaria propia de esta tribu amante de la música tecno. Se trata de un grupo en cuyas filas han recalado en los últimos años numerosos cabezas rapadas de ideología neonazi. Son skins violentos que, ante el acoso policial y social, han optado por cambiar su estética tradicional -cruz céltica, cazadora de cuero y pelo al cero- por la de los bakaladeros, que suscita menos rechazo. El resultado de este trasvase ha sido un espectacular aumento de las agresiones atribuidas a los bakaladeros -37 ataques en los cinco primeros meses de este año, frente a siete del mismo periodo de 1995-.
"Se trata, con todo, de una mera hipótesis de trabajo. Hasta que no haya detenciones no podemos asegurar que el culpable sea un bakaladero", indicó una fuente de la Policía Judicial, que no ocultó su pesimismo sobre la posibilidad de una pronta captura del agresor.
Impotencia ante la muerte
Alberto Guindo fue enterrado ayer en el cementerio de Carabanchel. "Era un joven absolutamente normal, que vivía con su familia. Lo terrible es que lo que le ha ocurrido le puede pasar a cualquiera", dijo el hermano del fallecido.La otra víctima, Roberto Iglesias, permanecía en el hospital Clínico. Su estado, tras una intervención quirúrgica, había mejorado. Su vida no corría peligro y ya podía comer.
"Cada día hay más violencia en las calles. Por una simple mirada, como ocurrió el domingo, te juegas la vida. Hay pinchazos en todas partes. Se deben hacer campañas contra la violencia y no fomentarla como en el caso de Costa Polvoranca, donde se apoyó a los punkis. Esto no es un crimen de tribus urbanas, sino un asesinato", dijo el hermano de Roberto.
Un dato revela el aumento de la violencia juvenil que viven las calles de Madrid. Siete de cada 10 detenidos pertenecientes a tribus urbanas llevan armas blancas. Ante esta situación, el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, convocó ayer urgentemente tanto a la cúpula policial como a los directores generales de Educación y Trabajo.
En la reunión se acordó aumentar los efectivos destinados al Grupo de Tribus Urbanas de la Brigada de Información, así como crear una unidad similar en la Guardia Civil. También se decidió iniciar un campaña para evitar la venta ilegal de armas blancas en tiendas no autorizadas -la sanción por esta infracción puede alcanzar el millón de pesetas-Estas medidas serán combinadas con un incremento de inversiones en las escuelas-taller de los distritos madrileños más castigados por el paro y con una campana de erradicación de la violencia juvenil en colegios e institutos.
"Hay que llegar a las causas del fenómeno; no basta con detener a los culpables, sino que hay que evitar que se produzcan estos crímenes. Necesitamos incentivar a esa juventud que carece de perspectivas de futuro e imbuirles sentimientos de solidaridad", afirmó Núñez Morgades.
Muestra de solidaridad
Esa solidaridad la mostraron ayer los compañeros de estudios de Alberto Guindo. Las puertas del centro Ramón Carande, en el distrito de Vicálvaro y adscrito a la Universidad Complutense, donde el fallecido cursaba tercer curso de Empresariales, permanecieron cerradas.Dolidos por el brutal asesinato, los 18.000 estudiantes que allí cursan sus carreras no entraron en clase, informa Paz Álvarez. El dolor pudo más que la angustia que producen los exámenes que se avecinan. "Ante un hecho así, los alumnos tenemos que reaccionar. Yo no le conocía, pero hoy se me partió el alma al leer la noticia de que era un compañero de este centro", aseguraba ayer Ana, una estudiante de Derecho.
El miércoles a las 13.00, alumnos y profesores soltarán en el patio del centro 15.000 globos de color blanco. Durante un minuto, y en silencio, todos mirarán al cielo. Será un homenaje póstumo a Alberto Guindo.
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