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Tribuna
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Venta de pisos

Juan José Millás

Todas las tardes, al salir de la oficina, me voy a ver pisos. Es una enfermedad, ya lo sé, pero hay enfermedades que gustan y ésta me vuelve loco. Peor es una úlcera o una cirrosis. Yo he tenido de todo, latirismo y faringitis crónica también, así que puedo comparar. Padezco secuelas de una sinusitis antigua, de manera que los días nublados me despierto un poco aturdido y como con pulsos en las sienes. Entonces prefiero visitar la zona sur, porque sus pisos, creo yo, padecen también de congestión y me identifico con ellos. Los vendedores, pendientes de ocultar otras cosas, no se dan cuenta, pero las viviendas del cuadrante meridional tienen el tracto respiratorio algo inflamado, como si respiraran humos tóxicos. Y si entras en el salón de una de esas casas, por limpio que parezca a primera vista, en seguida ves pequeñas migrañas distribuidas por todos los rincones. Según una encuesta sin valor estadístico, en las farmacias de estos barrios se venden más analgésicos que en todo el resto de Madrid.En cambio, si el día amanece despejado, busco en los anuncios un par de pisos de la zona norte y me paso una hora en cada uno comprobándolo todo, como si lo fuera a comprar, ya me gustaría. Los vendedores se ponen un poco nerviosos, algunos se dan cuenta de que pierden el tiempo conmigo, pero yo paso por alto sus gestos de impaciencia. Los pisos del norte n o tienen sinusitis, desde luego, pero son dados a las afecciones gástricas. Lo noto en seguida porque soy muy sensible a estas influencias.

Hace unas semanas estuve en la avenida de América, viendo una casa con un. pasillo muy oscuro. Lo recorrí despacio, con la vendedora, que era jovencísima, delante de mí, abriéndome las puertas de las habitaciones vacías. Al fondo de la vivienda, a la derecha, había un pequeño recodo absurdo, sin función orgánica, como la vesícula o el apéndice. Percibí en seguida un jugo amargo en la boca y una amenaza de ardor de estómago.

-Me gusta la casa -dije-, pero tiene una úlcera.

Normalmente no hago comentarios de este tipo, pero me había enamorado de la vendedora y me pareció que era un modo de intimar con ella.

-No sé lo que tendrá -replicó-, pero a mí se me revuelve el estómago cada vez que la enseño.

En ese edificio había otro piso en venta del la misma inmobiliaria, así que subimos a verlo. En el dormitorio principal percibí en seguida unos pólipos idénticos a los que le extirparon a Reagan al final de su mandato. Le tapé los ojos a la chica para evitarle la visión del carcinoma estadounidense, pero se creyó que quería violarla y comenzó a dar gritos.

Salimos de la vivienda huyendo cada uno del otro y al día siguiente me enteré de que, en efecto, había un loco que aprovechaba esta clase de citas para agredir sexualmente a las mujeres. Así que estuve unos días sin visitar los pisos de la zona norte y hacía unas digestiones estupendas, pero se me inflamaron mucho las mucosas de los senos frontales por abusar de la zona sur. Además, como vivo hacia el este, en una urbanización de la carretera de Valencia que se caracteriza por las afecciones pulmonares, cogí una bronquitis al tercer día de quedarme en casa con mi madre.

Por fin detuvieron al violador, por lo menos a uno de ellos, porque hay varios, y me atreví a regresar a la zona norte. Pero sólo visitaba áticos, principalmente en los alrededores de Clara del Rey y Corazón de María. Los áticos son muy recomendables para combatir la sinusitis. Entras en ellos y es como penetrar en el interior de una calavera sin telarañas ni mucosa, sobre todo si no están amueblados. Hace unos días estuve en uno que venden al final de López de Hoyos y al abrir las ventanas noté que se me despejaban los senos y se me dilataban los bronquios sin necesidad de gotas o aerosoles.

Lo malo es que ahora acaban de violar a una chica en un ático y ya me da miedo también moverme en este territorio. De seguir así las cosas, voy a tener que dedicarme a las naves industriales, que no me gustan, la verdad, porque aunque tienen una salud de hierro padecen muchos desequilibrios psicológicos. En fin.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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