Dos en la gloria
José Mercé y Moraíto Chico Madrid, Círculo de Bellas Artes, 27 de noviembre.
El martes eran tres. El miércoles fueron dos maestros de excepción los que nos dieron otra noche de gloria con su actuación. José Mercé y Moraíto Chico forman ya una pareja de esas que quedan en la historia del cante por lo ejemplar de su compenetración y el valor añadido que genera la unión de sus respectivos saberes.
Sintonizan entre sí de maravilla, porque bebieron en las mismas fuentes y además sus familias están emparentadas, como casi todas las del flamenco de Jerez.
José Mercé en el cante y Moraíto Chico en el toque son hoy con toda seguridad, los valores más representativos de la siempre fundamental escuela jerezana del flamenco.
Dos hombres en la plenitud de sus 40 años y en la plenitud de un arte con el que crecieron y que asimilaron por todos los poros de sus sensibilidades y, diría, hasta de sus cuerpos, pues en ellos lo jondo parece sencillamente una cuestión física, inseparable de las propias personas.
José Mercé canta y abre la voz, abre los brazos, abre el alma. Nos está diciendo que eso es lo que él es, su cante, y nos lo muestra tal cual lo siente y lo sabe expresar, con la mirada limpia y esa sonrisa que ni siquiera el quejío más doliente de su arte borra del todo de su rostro.
Cante grande y jondo, del que queda por tiempo en nuestra memoria, el que nos marca. Y junto a él, dentro de él y alrededor de él, una música que no es de aquí ni de ahora, que parece irreal e intemporal, como si hubiera sido ensoñada, el temblor de unas cuerdas de guitarra que nos lleva y nos trae y nos acerca a lo imposible. ¡José Mercé y Moraíto Chico, qué dos!
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