_
_
_
_
Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Más que mil palabras

No escasean las quejas de lectores referentes a la publicación de fotografías que consideran desagradables y que, a su juicio, no aportan nada desde el punto de vista informativo. La que publicó EL PAÍS el pasado 23 de octubre mostrando los cuerpos calcinados de 29 presos quemados vivos en el penal La Planta de Caracas (Venezuela) ha provocado la protesta de algunos que consideran truculenta dicha fotografía, además de innecesaria informativamente.Poco cabe decir de la inhumanidad y salvajismo que rezuma la escena captada por la. fotografía. La visión de los cuerpos amontonados de 29 presos que han sido quemados vivos en su celda produce en quien la contempla de todo menos placidez y serenidad de espíritu. Los presentadores de los telediarios de ese día sintieron el deber de prevenir a los telespectadores sobre la crudeza de las imágenes que iban a contemplar.

Desgraciadamente, la realidad de lo que sucede en muchos lugares del mundo da lugar a imágenes escalofriantes. Captarlas y publicarlas sirve, entre otras cosas, para crear esa opinión pública mundial que ayude a los Gobiernos a tomar decisiones y evitar desastres -por ejemplo, a intervenir en las zonas limítrofes de Ruanda y Zaire para establecer pasillos humanitarios que salven de morir de hambre a centenares de miles de personas-. Y si esas fotografías reflejan hechos criminales también pueden convertirse en testimonio incriminador de los autores de tales hechos, incluso ante los tribunales. Los miembros de la Guardia Nacional venezolana que arrojaron bombas lacrimógenas en la celda de los reclusos estarían hoy más tranquilos si esa terrible fotografía no existiera y, sobre todo, si no hubiera dado la vuelta al mundo poniendo en evidencia su bárbaro proceder.

Sin embargó, a juicio del lector Ernesto Recuero, esta fotografía no debió ser publicada por EL PAÍS, al que acusa de publicar repetidas veces fotos truculentas. Y añade: "Sepa que hay un lector que está en contra, porque cree conservar algo de sensibilidad en este mundo de cuenta de resultados". El jefe de la sección Internacional, Ricardo M. de Rituerto, explica que la publicación de la fotografía se adapta a los criterios establecidos en el Libro de estilo. que señala que "las fotografías con imágenes desagradables sólo se publicarán cuando añadan información". Y razona por qué: "Creemos que la fotografía subraya la crueldad y la atrocidad del suceso con una fuerza que difícílmente pueden alcanzar las palabras. No es una fotografia gratuita. Hace patente de un modo, estremecedor la realidad de 'angustia y desprecio acumulados' de que habla en la crónica de la tragedia el propio capellán de la cárcel de La Planta".

El Defensor del Lector poco puede añadir. Decidir dentro de los criterios que marca el Libro de estilo cuándo una fotografía posiblemente desagradable debe ser publicada es competencia exclusiva de la dirección y de los responsables del área informativa del periódico. La opinión del Defensor del Lector es a este respecto irrelevante, aunque particularmente piense que en esta ocasión se cumple con creces el dicho de que "una imagen vale más que mil palabras". Como lo es la opinión que pueda tener respecto de lo que define a una foto como truculenta o morbosa. Sería harto pretencioso por su parte moverse con criterios preestablecidos en terrenos tan subjetivos y movedizos en los que ante todo cuenta la sensibilidad de cada cual. El Defensor del Lector se fía más de lo que puedan decir los expertos que de su opinión.

Marisa Flórez, redactora jefa de la sección de Fotografía, considera que ninguno de los rasgos que definen la morbosidad -interés malsano por personas o cosas, o atracción por acontecimientos desagradables- se dan en la fotografía en cuestión. "Creo", añade, "que la fotografía expone con la mayor delicadeza posible un hecho terrible que estaba sucediendo en el interior de la cárcel. El fotógrafo no capta primeros planos ni se regodea en gestos concretos, sino que da una imagen global de la tragedia".

Como no es la primera vez -ni seguramente será la última- que algunos lectores cuestionan los criterios !obre la publicación de determinadas fotos, bueno es resaltar lo que afirma Rituerto sobre esta cuestión: "A la Redacción llegan constantemente dramáticas fotos que publicamos si consideramos que con ellas se enriquece una información, no por placer, irresponsabilidad o por dar al lector sobresaltos vanos. Los lectores habrán podido comprobar que, además de imágenes reveladoras de las simas de abyección en que es capaz de precipitarse el género humano, también hemos publicado otras que podrían interpretarse como ejemplos exultantes de las cumbres a que puede auparse ese mismo género humano. Y lo seguiremos haciendo en ambos casos y con el mismo propósito: ofrecer al lector la mejor y más completa información posible".

Olvido de fuentes

El 26 de octubre, la sección de Economía incluía una información titulada "El español casa quiere" y un gráfico sobre la propiedad de la vivienda en Europa que se parecían asombrosamente a lo publicado sobre el mismo tema en el semanario The Economist de esa semana. A Francisco Valencia, de Madrid, no le pasó inadvertido el hecho y le parece "esta forma de proceder absolutamente impropia de un diario de la categoría que pienso tiene EL PAÍS". Su pregunta es: "¿Tiene todo esto alguna explicación?".Responde -y el Defensor del Lector piensa que cumplidamente- el redactor jefe -de Economía, Miguel Ángel Noceda: "Tiene el lector toda la razón al hacer esa apreciación. Y es evidentemente una 'forma de proceder impropia' de EL PAÍS porque siempre ha sido norma citar las fuentes de los gráficos, y en este caso no iba a ser menos. El gráfico al que se refiere el lector, aparecido en la revista The Economist de esa semana, nos pareció muy interesante para acompañar y enriquecer la información sobre las hipotecas que ofrecíamos ese día; pero tuvo un resultado maldito. Ya que no sólo no se citaron las fuentes -British Council of Mortgage / The Economist-, sino que, además, se cometió el error de cambiar la leyenda de manera que los datos correspondientes a las personas que viven en casa propia se otorgaron a las viviendas de alquiler privado y viceversa (esta equivocación ya fue debidamente enmendada en una fe de errores del periódico)".

El Defensor del Lector nada tiene que añadir a la contestación dad7a por el redactor jefe de Economía.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al número (91) 337 78 36.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_