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El derrocado presidente Cristòfol Soler tiene en sus manos la mayoría absoluta del PP en Baleares

El derrocado presidente balear Cristófol Soler, recién dimitido de la ejecutiva regional del PP y en periodo de reflexión sobre su futuro en el partido, se ha convertido de nuevo en el personaje clave de la vida política insular y del futuro de la organización conservadora regional, que gobierna en Baleares desde 1983 de manera continuada. Soler ha recobrado el poder de decisión, cinco meses después de haber sido descabalgado por su propio partido de la presidencia del Gobierno balear, que ocupó tan sólo un año. Ahora está en condiciones de determinar, con su aún dudoso voto como diputado en el Parlamento balear, el éxito de los proyectos del propio Ejecutivo autonómico.

El efímero mandatario Soler, si se aparta de la disciplina del PP, tiene en sus manos a quienes sin darle voz ni explicaciones le sacrificaron por centrista, normalizador del catalán y poca atención a los intereses de su antecesor y dimisionario forzado, Gabriel Cañellas, imputado en tres sumarios por presunta corrupción y que sigue presidiendo el Grupo Popular y forma parte de la ejecutiva insular.El PP logró 31 diputados de los 59 de la Cámara regional, pero sólo le quedan 30. La dirección insular del PP y el grupo parlamentario ya perdieron un voto al expulsar a la diputada crítica Joana Aina Vidal, por su indisciplina al reclamar comisiones de investigación por los escándalos de corrupción y el cese de los militantes implicados. Por tanto, ahora la mayoría absoluta del PP depende de la posición que adopten Soler y alguno de los dos diputados que le son fieles.

Soler se ha solidarizado con la diputada expulsada Aina Vidal al dimitir de la ejecutiva y dejar en el aire su inmediata actuación en el grupo parlamentario. Otro diputado afín, Joan Marí Tur, ha condicionado su suerte en el PP y en el Parlamento a las de Soler y Vidal.

Problemas internos

La vida institucional del archipiélago lleva un año y medio alterada por las crisis provocadas por los problemas internos del PP, surgidos tras la dimisión forzada de Cañellas. El abandono por Cañellas de la presidencia del Gobierno y del partido en las islas se produjo al desvelarse, en julio de 1995, su presunta implicación en el primero de los sumarios de presunta corrupción que le afectan, el caso Sóller. Los jueces investigan el presunto cobro de comisiones ilegales a cambio de la concesión de las obras y la explotación de un túnel de peaje en Mallorca.Pero la doctrina Aznar de asunción de responsabilidades políticas, separación de sus cargos de los acusados y regeneración de la vida política no se ha aplicado en toda su extensión en el PP balear.

Ayer, en el congreso insular del partido, en el que no participó la minoría solerista, el 91 % de los delegados presentes votaron al senador Jaume Font como nuevo presidente del partido en Mallorca. Font fue inhabilitado para ser concejal por fraude electoral en 1987 al haber manipulado votos por correo, pero él considera que el cumplimiento de los ocho meses de pena con su dimisión temporal como alcalde de Sa Pobla y las sucesivas elecciones que ha ganado restañan definitivamente aquella mancha democrática.

Los seguidores de Soler han criticado la promoción de Font, cuya actuación responde a la imagen populista de derecha rural y contundente que cultivó Cañellas desde 1979 hasta ahora. No en vano, pese a los designios de Aznar en sentido contrario, todos los indicios evidencian que Cañellas sigue al timón de la nave del PP de Baleares.

La mayoría de afiliados y cargos públicos son incondicionales suyos. Menorca es una excepción porque ayer se enfrentaron dos listas en el congreso insular. El senador Manuel Jaén llegó a hablar de estallido de una crisis en el partido. En Ibiza y Formentera tan sólo se presentó una candidatura.

Soler se ha situado a un paso de la ruptura al constatar, precisamente, cómo permanece inalterable la influencia de Cañellas en toda la organización. "El comité ejecutivo es políticamente inoperante", ha dicho. Mientras tanto, la dirección local y la nacional permanecen ajenas a la erosión pública por los escándalos en los que Cañellas está inmerso.

Puertas cerradas

Cañellas dice que es tan sólo un afiliado de segunda o tercera categoría, pero se alió con uno de sus oponentes internos -el hoy presidente regional del partido, Joan Verger- para cerrar todas las puertas al posible acceso de Soler a la dirección del partido."La gente esta harta de personalismos", manifestó ayer, sobre la postura de Soler, su sucesor, el actual presidente del Gobierno balear, Jaume Matas, que no tiene peso en la estructura del PP y que ha vivido esta semana inmerso en una acelerada campaña de imagen en Baleares, Barcelona, Madrid y el extranjero.

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