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Crecimiento espectacular sin perder calidad de vida

Vicente G. Olaya

Algunos pequeños municipios, alejados más de 30 kilómetros de la capital, han aprovechado la marejada de nuevos vecinos para crecer, pero de manera armónica. El incremento de su censo no ha supuesto una caída de la calidad de vida de sus vecinos, sino al contrario. Sevilla la Nueva, en el suroeste, es uno de esos casos. En menos de 15 años ha multiplicado por cuatro su población: de 659 habitantes a 2.651.El alcalde, Ángel Batanero, del PP, prohibió desde el principio la construcción en altura y mantuvo, contra viento y marea, la integridad de una dehesa municipal que se ha convertido en punto de referencia de los grupos ecologistas. Un plan medioambiental cubrió de árboles las calles y ocultó tras sus ramas las primeras industrias locales.

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En el sureste, Velilla de San Antonio ha pasado de los 1.546 vecinos de 1981 a, los 4.578 de 1996. El concejal de Cultura, Pedro Talaván, del PSOE, explicó ayer que "el truco para este aumento ha estado en mantener y mejorar el nivel de vida del pueblo". "Los precios de las viviendas se mantienen bajos. Un chalé de 250 metros cuadrados se puede comprar por unos 16 millones. Además, hemos invertido en Cultura y Educación, lo que ha atraído a mucha gente. Ha sido rentable".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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