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Al 'campus' en lata

Una sola estación de metro atiende las necesidades de 180.000 universitarios

Paz Álvarez

Miércoles, 14.30. El metro acaba de entrar en Ciudad Universitaria. Cientos de estudiantes de la Universidad Complutense y de la Politécnica, con el rostro cansado después de una mañana de lecciones y apuntes, aguardan la llegada del convoy que les devolverá a sus destinos. En- segundos, el conductor del metro abrirá las puertas y los vagones arrojarán decenas de alumnos, estos con el rostro todavía hambriento de apuntes y de lecciones. Y ahí comienza el encontronazo, a base de codazos, empujones y algún que otro saludo poco amable. Unos entran y otros salen.Todos llevan prisa: los del horario de mañana quieren abandonar cuanto antes el campus, y los del turno de tarde llegan justos de tiempo para su primera clase. Todos están condenados a compartir los dos únicos andenes de la est ación universitaria, que dispone de una sóla boca por la que a diario pasan miles de estudiantes. En la Complutense estudian 130.000 alumnos y en la Politécnica 50.000.

Un viajero tardó en salir del vagón unos 30 segundos. Eso sí, contó con dos voluntarias ayudas: los empujoncitos de los alumnos que venían por detrás pisando fuerte y los de los impetuosos que querían entrar a toda prisa para conseguir un asiento.

"Esto es así todos los días, viajamos como en latas de sardinas", contaba Sandra, de 19 años, alumna de la Facultad de Derecho, mientras intentaba poner pie en el andén. "Aquí lo de dejen salir antes de entrar lo siguen muy pocos. Todos quieren entrar a la vez", se quejaba esta, alumna.

Conseguido el primer objetivo, a por el segundo: abandonar cuanto antes el andén. En alcanzar la escalera mecánica el viajero, siempre bien escoltado, tardó cerca de tres minutos. "Es que somos muchos. Es normal que esto ocurra", se prestaban a decir los apresurados alumnos.

"En esta universidad está masificado hasta el metro", reconocía Lorena, una estudiante de 18 años de la Facultad de Derecho, habitual del metro en las horas punta. "Tengo clase muy temprano, y aunque los metros pasan con bastante regularidad, siempre van hasta arriba", continuaba diciendo esta chica, entre codazos y algún que otro pisotón.

En la escalera mecánica no hay encuentros en dos direcciones, pero sí encontronazos en el mismo sentido: los que suben sin moverse del peldaño y los que hay que prefieren alcanzar la cima paso a paso. "Deberían poner varias salidas, porque así es agobiante. Viajamos como en latas de sardinas. Somos demasiados estudiantes para tan poca estación", explicaba Javier Sánchez, alumno de Ciencias de la Información.

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Y en el tercer objetivo, salir del subsuelo y recibir una bocanada de aire del campus, el viajero tardará más de seis minutos. "Entre unas cosas y otras tardas unos 10 minutos en salir de todo este laberinto", calculaba Sergio, alumno de la Escuela de Caminos.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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