Demandas de 200 millones por abuso sexual en las iglesias católica y anglicana
Unidas, siquiera por una vez, en el infortunio, la Iglesia Anglicana y la Católica se enfrentan a una reclamación económica que puede ascender a 200 millones de pesetas, por abusos sexuales perpetrados por dos de sus miembros. Dos mujeres, una de ellas una monja, preparan una reclamación de 100 millones de pesetas cada una en concepto de reparación por los daños morales y psicológicos sufridos por las agresiones sexuales perpetradas por un sacerdote católico y un capellán anglicano. Ambas iglesias han reconocido la culpabilidad de los dos.
Los hechos ocurrieron hace más de 10 años, pero la memoria de las víctimas y su certeza de poder acceder a una compensación económica se vio avivada por el caso del obispo católico de Argyll. Roderick Wright, de 56 años, escandalizó a los católicos de todo el mundo cuando tras fugarse con una mujer divorciada el mes pasado, se supo que era padre además de un hijo de 15 años.
En declaraciones al diario londinense The Independent, el abogado de las dos mujeres, Andrew McCooey, asegura que ambas buscan sobre todo justicia y están dispuestas a llegar a los tribuanles si la jerarquía eclesiástica les niega lo que piden.
Bache moral
La acusación que afecta a la Iglesia Anglicana tiene como protagonista a una mujer de 43 años que no ha revelado su nombre. Hace 10 años, y cuando se recuperaba de un profundo bache moral causado por los abusos sexuales sufridos en la infancia, la víctima, estudiante en Londres en aquellos momentos, recibió la ayuda de un capellán anglicano: "Al principio me fue un gran consuelo. El sacerdote se portó muy bien conmigo cuando me tomé una sobredosis de drogas, pero poco a poco la cosa cambió. Empezó a visitarme por las mañanas, a abrazarme, a besarme, y todo fue a peor". El sacerdote fue despojado de las órdenes cuando la mujer presentó su acusación hace 18 meses. Pero el apoyo ofrecido por las autoridades eclesiásticas se ha concretado en el compromiso a pagarle 12 sesiones de terapia.En el caso de la Iglesia Católica, la respuesta está por llegar. La eventual demandante es todavía religiosa y reside en Canadá en la comunidad de hermanas Del Nombre Santo de Jesús y de María, de Montreal. El tormento sexual que Yvonne Maes sufrió a manos del padre Frank Goodall, se inició en 1985, en Suráfrica, donde el sacerdote dirigía un retiro, y se prolongó por un largo periodo de tiempo, en diferentes lugares. Según Maes, "entonces era virgen y pese a ser una mujer adulta tenía los conocimientos sexuales de una niña. He perdido completamente las ilusiones. Pero la Iglesia lo único que quiere es barrer toda esta basura debajo de la alfombra".
Lo difícil es saber hasta dónde llega la responsabilidad moral y económica de la Iglesia respecto a los errores de sus miembros.
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