No puede ser
La convocatoria era para las 10 de la noche, se empezó con 40 minutos de retraso y salimos al filo de las tres de la madrugada. Parecen horarios hechos para disuadir a la gente, y sin embargo calculo que entraron más de 1.000 personas. Pero cosas así habrán de cambiar necesariamente. No puede ser que a la hora anunciada para el comienzo se este todavía revisando los focos y colocando las sillas para el público. No puede ser que en el mismo recinto se sitúe un bar donde algunos grupos de espectadores pasen Ia noche alborotando sin respeto alguno para el espectáculo, hasta el punto de que quienes estaban atentos a éste se hubieron de enfrentar violentamente con ellos. No puede ser que la megafonía fuera de barraca de feria, atronadoría e ininteligible.Hay más cosas queno deberían ocurrir si queremos que el flamenco sea un espectáculo serio. ¿Por qué nadie se preocupa de establecer ni siquiera un esquema de programación que evite el empobrecimiento de repertorios que padecemos? No puede ser que de ocho caIntaores actuantes seis canten fandangos -y uno por partida doble, por si fuera poco cinco alegrías, cuatro bulerías -y otro por partida doble-, con o que hay casos notorios en que se mantienen en primeros puestos del escalafón cantaores que llevan décadas haciendo cuatro o seis cantes, siempre lo s mismos, incluso con las' mismas letras.
II Festival Flamenco Peña José Mercé
Cante: Antonio Ramos, Miguel Rueda, Manuel Parque, Paco Taranto, José. Mercé, Curro Malena, La Macanita, Calixto Sánchez. Toque: Pepe Rivas, Antonio Carrión, José Luis Postigo. Baile: Rafael Estévez. Carpa del Parque de Atracciones de Leganés (Madrid), 25 de octubre.
Con tantas adversidades en contra, la cuestión. es que hubo buen cante. Mercé cantó de maravilla, con ganas, todo lo que hizo fue espléndido, en soleares y siguiriyas,encontró esa queja suya que lastima y estremece.
Taranto brilló en la taranta y las soleares trianeras de los alfareros; cantaor de distinto talante, lo suyo es el buen gusto, la delicadeza, matizar y mimar los cantes. Curro Malena anduvo, bien, largo y gitano, sus tientos y tantos fueron ejemplares. La Macanita ofreció lo de casi siempre, tientos-tangos, soleares y bulerías, flamenquísima, con su voz de metales que suenan a gloria. Y Calixto se remontó a las alturas con su cante grande y de amplio arco melódico, que el público jaleó con entusiasmo.
Debió ser, pues, una buena noche de cante, si los imponderables no se hubieran aliado para amargánosla. Uno de ellos, el baile, sobre el que vamos a correr un piadoso velo.
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