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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las carga el diablo

EL PROTAGONISTA del filme Shane dice solemnemente que un revólver no es bueno ni malo, sino que ello depende sólo de quien lo empuña. Nada más lejos de la realidad. Cuando los malos carecen de armas, cortas o largas, les resulta francamente difícil causar determinado tipo de daño, y sí hablamos de los buenos, es mejor que en principio también carezcan de ellas, por si las ocasiones.El Reino Unido va a aprobar en los Comunes una nueva ley de control de las armas personales que va a reducir el número de armas de fuego en manos privadas: de unas 200.000 existentes a apenas 40.000, que en su casi totalidad serán pistolas que no superen el calibre 22. La decisión se produce tras la publicación del informe Cullen, a su vez provocado por la matanza de Dunblane, en la que un tal Thomas Hamilton dio muerte a 16 niños y una maestra en una escuela de esa localidad escocesa a primeros de año.

La medida dará un golpe de muerte a la industria manufacturera de armas personales -aunque no se prohiben las escopetas, en su mayor parte de caza- La destrucción de unas 160.000 pistolas se hará compensando a sus propietarios según su valor de segunda mano, pero no están previstas indemnizaciones a los negocios, de fabricación o venta al público, que tengan que cerrar. La capacidad de lobby de la industria de armas cortas británica, no es comparable a la de la National Rifle Association en Estados Unidos, con toda su retórica patriotera del derecho del ciudadano americano a un arma para su defensa personal, embebida en la llamada teoría de la frontera, el Oeste de caravanas y pistoleros, por lo que sus objeciones no servirán de mucho.

Por muy teñida que esté de consideraciones electorales la medida adoptada por el Gobierno británico, merece ser apoyada. Aun admitiendo que ciertos ciudadanos necesitan un arma por su dedicación profesional o circunstancias personales, ésta no tiene por qué ser una recortada de dos cañones, y quien la quiera para hacer prácticas en un club de tiro, puede conformarse con un calibre menor y guardar en su club armamento y munición, como exige la nueva legislación británica.

El número de armas cortas en manos de particulares en España es, curiosamente, casi idéntico al del Reino Unido: unas 200.000. Sobre todas ellas, las autoridades deberían ejercer un control suficiente y estudiar la conveniencia de restringir el permiso para su tenencia, calibre, modalidades de almacenamiento y utilización, etcétera. En España no se da, probablemente, el grado de alarma social por su existencia que la tragedia de Dunblane ha provocado en el Reino Unido, pero tampoco este último país ha sido un lugar de matanzas colectivas hasta que ha pasado lo que ha pasado. En campos resbaladizos -de sangre- como el presente, siempre es mejor poner las barbas a remojar. Las armas, cuanto más lejos, mejor, porque ya se sabe que las carga el diablo.

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