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El inestable circo estable y las oficinas fantasma

Antonio Jiménez Barca

La nueva estación de Méndez Álvaro se inscribe dentro de una gran operación urbanística pasa regenerar la zona en la que algunas cosas han salido, otras no; otras están en marcha y otras en proyecto.Lo primero que se construyó hace 10 años en este erial situado junto a la calle de Méndez Álvaro fue un Hipercor, ya en funcionamiento. Al poco tiempo se levantaron cuatro edificios de oficinas, finalizados hace tiempo aunque en muchas ventanas se ven carteles que pregonan que hay locales en venta.

Entre los intentos fracasados se cuenta el de la construcción de un hotel de 15 plantas que, durante un tiempo, se pensó que iba a sufragar los miles de millones que costaba la estación Sur de autobuses. El Ayuntamiento pretendía vender el suelo, embolsarse los millones y, una vez con ellos en el bolsillo, construir el complejo. Todo esto ocurría en 1993. Pero en mayo de 1994 la idea fue definitivamente olvidada.

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Con todo, el Ayuntamiento ha sacado de la venta de terrenos de esta zona los 1.700 millones que pone para la construcción de la nueva estación.

También hay un proyecto que sí sale adelante: en marzo pasado comenzaron a construirse 15 minisalas de cine. En total, 3.000 nuevas butacas para los cinéfilos madrileños, que podrán disfrutar de ellas, según lo previsto, dentro de un año.

Butacas más amplias

Los minicines contarán con pantallas envolventes, salas con suelo en forma de anfiteatro, unas butacas más amplias que las que habitualmente se estilan en otras salas y proyecciones de alta tecnología. La propietaria de los terrenos y autora del proyecto, la Unión General de Cinematografía, pagó al Ayuntamiento 170 millones por el suelo donde edificará 7.000 metros cuadrados especialmente destinados a los amantes del cine.Pero no todo está en movimiento: en medio mismo del terreno destaca un edificio de oficinas auténticamente fantasma: sólo se ve el esqueleto de las vigas. Ningún obrero trabaja ahí. La empresa Urbis, propietaria del terreno y del edificio no terminado, espera a que el Ayuntamiento le permita cambiar el destino final que quiere dar al inmueble: en principio iba a ser de oficinas, pero viendo que éstas no se venden tan bien como' se pensó en un principio, la empresa quiere convertir la construcción en un hotel.

Y entre las ideas que son puramente un proyecto se cuenta una de las más emblemáticas de toda la actuación urbanística: cerca de la estación misma, separado por una calle, existe un terreno destinado para un circo estable. Sería el único de la ciudad, heredero del mítico Price, demolido en los años sesenta.

Los problemas económicos ponen en peligro la idea: el Ayuntamiento ha cedido el terreno a la empresa Circos Castilla (dueña de la carpa que se instala todas las navidades en Ventas), pero ésta ni tiene ni encuentra los -6.000 millones de pesetas que cuesta construir el edificio. En caso de que Circos Castilla consiguiera el dinero necesario, disfrutaría de la concesión hasta 50 años después de la primera actuación. Al lado del terreno donde se asentará, si todo sale bien, el futuro circo se yerguen los esqueletos de seis bloques de viviendas que, ésas sí, se terminarán en los próximos meses.

Entre los minicines y, la futura estación Sur, el observador adivina una construcción de ladrillo del siglo XIX: este edificio, en uso, perteneciente a la empresa eléctrica Unión Fenosa, no cambiará: seguirá al lado de una estación eléctrica.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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