A la caza del pederasta
La psicosis que vive Bélgica ha desatado la caza del pederasta. Hace una semana, un padre asesinó al hombre que había abusado de una de sus hijas, de 11 años. Los dos adultos habían sido amigos desde siempre. La amistad terminó con los abusos sexuales y la enemistad se acrecentó cuando el acusado recibió una condena de sólo dos años. Roland L. cogió un cuchillo y se tomó la justicia por su mano: pena de muerte.Ayer, la caza del pederasta tomó forma de denuncia periodística. El diario flamenco De Morgen se hizo eco de las sospechas de los padres de las niñas Julie y Melissa, muertas de inanición en una de las casas de Marc Dutroux, que denuncian las, suspuestas actividades pederastas de un hombre que trabajó como conserje en un centro de vacaciones en el que estuvieron unos días las niñas Julie y Melissa.
El hombre está empleado ahora en el despacho de abogados de Georges Dehousse, el letrado que defiende los intereses de Marcel Cools, hijo del asesinado André Cools. No hay pruebas contra él y Dehousse se niega a despedirle en base a simples rumores o por el solo hecho de que sea excéntrico y fabulador.
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