Dole pierde su última oportunidad de superar en un debate a Clinton
Las elecciones norteamericanas pueden haber quedado decididas en favor de Bill Clinton después de que su rival republicano, Bob Dole, perdiera el miércoles por la noche la última oportunidad clara de recortar la distancia que le separa del presidente. Clinton volvió a ganar el segundo y último debate entre ambos, mientras Dole intentó sin éxito introducir en la discusión los escándalos ocurridos en la Casa Blanca en los últimos cuatro años. Las encuestas posteriores al debate muestran que el presidente mantiene o aumenta su ventaja cuando falta poco más de dos semanas para la votación.
En ese tiempo, lo máximo a lo que aspiran ya muchos dirigentes republicanos es a mantener el control del Congreso. El partido Republicano teme que la derrota contundente de Dole podría arrastrar también a los candidatos de ese partido al Senado y la Cámara de Representantes, en los que ahora tienen mayoría. Varios analistas y medios de comunicación coinciden en que la única razón por la que Dole sigue haciendo campaña intensamente es para no perjudicar a los candidatos al Congreso.Bob Dole, igual que en el debate anterior, estuvo bien en San Diego. Supo marcar sus diferencias con Clinton y presentar sus propias ideas de forma más brillante de la que se le supone a un hombre sin especial poder de comunicación. Pero no pudo atacar a su contrincante tan duramente como había anunciado ni, mucho menos, producir ese impacto que necesitaba para atraer votantes a su candidatura.
El escenario del debate, por lo demás, se prestaba poco a las intenciones de Dole. Los canditos eran interrogados por personas del público, que nunca preguntaron directamente por asuntos relacionados con la corrupción o con las críticas sobre la ética del presidente.
Bob Dole afirmó que "no existe ninguna duda de que muchos norteamericanos han perdido su fe en el Gobierno", y aseguró que eso se debe a que "ven escándalos casi a diario, son problemas éticos en la Casa Blanca hoy". El candidato republicano mencionó también la polémica contribución de un millonario indonesio a la campaña electoral de Clinton, y otra de un empresario de Corea del Sur que fue devuelta después de que el diario Los Angeles Times informara al respecto.
Pero Clinton en ningún momento respondió a esas críticas, y se limitó a recordar los logros de su Administración y a advertir del peligro de que un Gobierno dirigido por Dole, según él, recortará la Seguridad Social y otros programas públicos.
El resultado fue que un 57% de norteamericanos dieron la victoria a Clinton y un 26% consideraron ganador a Dole, según una encuesta de la cadena de televisión ABC. Después del debate, según el mismo sondeo, un 56% se inclinaba a votar por el presidente, mientras que un 40% anunciaba su voto por el candidato republicano. Esto supone una mínima variación favorable a Clinton respecto a los datos que esa misma cadena ofreció antes del debate.
Las encuestas de los demás medios de comunicación recogían cifras similares, con una coincidencia generalizada de que la opinión de los votantes apenas se movió como resultado de esta hora y media de discusión en la que los temas preguntados por la audiencia fueron: trabajo, impuestos, economía, atención médica y seguridad social.
Hubo una sola pregunta sobre política exterior: si Clinton estaría dispuestos a enviar tropas a Cisjordania. El presidente respondió que Yasir Arafat no le había hecho hasta ahora esa petición, pero que si se requería a Estados Unidos para contribuir a una fuerza de vigilancia de los acuerdos de paz, él tomaría en consideración esa solicitud.
Bob Dole pasó algunos apuros ante una pregunta sobre derechos de los homosexuales, y Clinton se notó nervioso frente a otra de un pastor protestante sobre los valores familiares. Pero, en general, los dos candidatos dominaron el debate como los consagrados políticos que son, y no cometieron errores de consideración.
Lo que significa, por supuesto, que la mayor parte del público se aburrió con el acontecimiento tanto como se está aburriendo con esta campana. La población de California tuvo, al menos, el interés de ver cómo los dos candidatos dirigían sus palabras a captar los codiciados votos de este Estado. Tan seguro estaba Clinton de su posición, que en una parte del debate, ante las críticas de Dole a la situación económica, el presidente afirmó: "Quien crea realmente que California está peor hoy que en 1992, que vote por Dole".
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