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El PDS italiano y la renovación del reformismo

El Partido Democrático de la Izquierda (PDS) es la fuerza central del Olivo, la coalición que ganó las elecciones y gobierna Italia. Sin embargo, el PDS consiguió en las elecciones generales alrededor del 21% de los apoyos. Su fuerza electoral es, por tanto, sólida, pero todavía está lejos de los niveles habituales de voto de una fuerza de izquierda que gana unas elecciones generales en Europa. Este es el punto sobre el que reflexiona la izquierda italiana. ¿Cuál es la causa de esta anomalía? Considero que los motivos son dos: por un lado, aunque en Italia ha perdido la derecha, no lo ha hecho en el marco de un claro e indiscutible desplazamiento del electorado hacia, la izquierda; por otro, el PDS todavía tiene un trecho por recorrer para resultar plenamente convincente, en especial entre los votantes moderados. ¿Cuáles son los próximos pasos que hay que dar, los nudos que hay que desatar para eliminar esta anomalía y aumentar los apoyos de la izquierda? Este es el tema del próximo congreso del PDS, el más importante en la historia de la posguerra de la izquierda italiana y el primero que se desarrolla con el partido en una situación inédita, como fuerza esencial y decisiva del Gobierno del país.Las elecciones italianas ponen de manifiesto un problema común a todas las fuerzas de izquierda en Europa: el carácter crucial de un electorado moderado, que se siente inseguro y preocupado por las respuestas de la derecha y por las recetas conservadoras, pero todavía no está plenamente convencido de la fiabilidad y la capacidad innovadora de la izquierda. ¿Acaso no es ése, en el fondo, uno de los temas . que han revelado las recientes elecciones en España? Lo cierto es que la izquierda sigue siendo una, fuerza sólida y determinante en Europa, pero para conquistar la mayoría debe poner en marcha un replantea miento valiente y renovar, su política. En Europa, la competición política se centra en la conquista del electorado moderado. Dentro de poco habrá otras pruebas de fuego en países decisivos para el futuro del continente (Alemania, el Reino Unido) que dirán si la izquierda es capaz de enfrentar se a ese problema con nuevos planteamientos.

Para avanzar y ser convincente, la izquierda debe abandonar cualquier tentación de fensiva y afrontar cara a cara algunos puntos delicados y dolorosos de su acervo cultural e ideológico. El más complejo de esos puntos es el de la reforma del Estado de bienestar y el futuro de la política social en Europa. La izquierda debe decidir valientemente si pone el acento en la defensa de la política tradicional del Estado de bienestar como único postulado de la política socialista o si, por el contrario, apunta a un cambio de programa de la política reformista. Cada vez parece más evidente que los partidos socialistas tendrán futuro si consiguen combinar al mismo tiempo un replanteamiento valiente de la política del Estado de bienestar con una decidida reubicación de la cultura reformista en el terreno de la innovacion.

En la gran tradición social demócrata, la función de tu tela del Estado de bienestar estaba indisolublemente ligada a la identificación de los socia listas como partido del desarrollo y de la expansión de la economía. Con el paso del tiempo, en la política socialista se insinuó un factor estático y casi de estancamiento. La primera función -la de la tu tela y de las políticas redistributivas- permaneció, pero la segunda pareció desvanecerse del todo. Ha llegado el momento de recuperar un perfil expansivo del. reformismo so cialista. Europa corre el riesgo de entrar en el nuevo siglo tal vez más unida, pero quizá más distante de los centros impulsores del desarrollo. El continente corre el riesgo de sufrir un peligroso proceso de pérdida de competitividad y declive. Pensemos en lo que ya está ocurriendo en sectores como, la telecomunicación, la industria informática, la biotecnología o la industria aeroespacial. La gigantesca transformación que está teniendo lugar desplaza el centro del capitalismo dinámico y de la innovacion desde el Atlántico hacia el Pacífico.

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En este marco, los partidos socialistas no conseguirán defender el edificio del Estado social -incluso con las necesarias reformas- si no se invierte la tendencia a la desaceleración y el declive de la economía europea. Una cultura reformista debe apoyarse en una perspectiva de reactivación del desarrollo; por lo demás, sin ello no sería posible ninguna política solidaria. En resumen, la prioridad es hoy el crecimiento y la innovación.

A cuatro años del final del siglo, la crisis del antiguo modelo keynesiano y del Estado social, por un lado, y el agotamiento de la revolución thatcheriana, por otro, plantea de nuevo el espacio de expresión de una izquierda reformista y democrática empeñada en la lucha por una nueva calidad de la modernización económica y social.

En esta compleja situación Italia se ha convertido en un de los laboratorios para experimentar la capacidad de actualizar y reverdecer la política socialista. De ahí la responsabilidad de la izquierda italiana. Italia es el único gran país europeo donde la izquierda tiene funciones de gobierno. Desde luego como dice Prodi, el Gobierno actual no es un Gobierno de izquierdas. Sin embargo, la izquierda es su fuerza central Esto debe exigir una gran responsabilidad, pero también debe llevar a nutrir ambicione legítimas como la de concebir la experiencia del Gobierno italiano como un laboratorio de extraordinario interés para verificar sobre el terreno la capacidad de innovación de la izquierda. La validez de ese experimento va más allá de las fronteras italianas. Por eso, el congreso del PDS deberá constituir la ocasión de discutir sobre el perfil del reformismo en la actualidad y sobre las exigencias y posibilidades de la acción de gobierno. Si se avanza en esa dirección, también la izquierda radical de Refundación Comunista estará llamada a replantearse sus propios ideologismos vetustos.

Umberto Ranieri es secretario de Relaciones Internacionales del PDS italiano.

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