Mas de 30 heridos al estallar dos coches bomba dentro del cuartel general británico en el Ulster
El cuartel general del Ejército británico en Irlanda del Norte quedó semidestrozado ayer por la explosión de dos potentes coches bomba colocados en el interior del recinto militar, uno de los lugares más vigilados del Ulster. Al menos 31 personas resultaron heridas, entre ellas dos niños, por las mortíferas explosiones, que no estuvieron precedidas, según la policía, por ningún aviso. El primer coche bomba estalló en un aparcamiento próximo al edificio administrativo del cuar tel, y dejó un gran cráter en el suelo. Apenas 10 minutos después, cuando los servicios médicos habían comenzado a evacuar a los heridos rumbo a un centro médico militar, explotó el segundo vehículo, que causó más víctimas y destrozos.
Ninguna organización se había responsabilizado anoche de un atentado calificado por el primer ministro, John Major, de "bárbaro" y "perverso más allá de lo que las palabras pueden describir". Su homólogo irlandés, John Bruton pidió a los paramilitares protestantes que no se dejen arrastrar "por la provocación" y mantengan el alto el fuego.Sorpresa primero, pánico después. La reacción de las decenas de personas que se encontraban en las instalaciones militares de Thiepval, (Lisburn), cerca de Belfast, a las 16.30 de la tarde (17.30, hora peninsular española) siguió ese extraño orden. El acuartelamiento de las fuerzas británicas -unos 18.000 soldados- era, seguramente, el lugar menos sospechoso como posible objetivo terrorista en Irlanda del Norte.
Sin embargo, el impacto de la primera explosión, que se pudo escuchar en un radio de varios kilómetros, no ofrecía dudas. Brian Gibson, un sacerdote con domicilio muy cercano al cuartel, escuchó el estallido e inmediatamente vio pedazos de "algo como un camión" saltar por los aires en el patio trasero de su casa. La confesión provocada por la primera bomba dio paso a un pesado silencio. Más tarde, estalló el segundo artefacto y comenzaron las carreras y los gritos.
Varios edificios -guardería, economato, centro médico y oficinas- del acuartelamiento quedaron seriamente dañados por el efecto de la potente onda expansiva desatada por las bombas, que contenían, según la policía, entre 250 y 500 kilos de explosivos. Veinte de los 31 heridos pertenecen al Ejército, pero los tres más graves, por cuyas vidas se temía anoche, son civiles. Fueron trasladados anoche al hospital Royal Victoria de Belfast, donde permanecen en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Las noticias del atentado llegaron despacio, con cuentagotas y en medio de la más absoluta confusión. Su impacto en Irlanda del Norte no tardó en notarse. Mientras los políticos unionistas responsabilizaban al IRA y al partido que les representa, el Sinn Fein, de estar detrás del ataque, el primer ministro irlandés calificaba el atentado de "clara provocación", destinada a arruinar completamente el precario proceso de paz. David Trimble, líder del principal partido de Irlanda del Norte defensor de la unidad con el Reino Unido, reclamó ayer de Major que asuma de una vez por todas que el alto el fuego del IRA está roto y establezca las medidas de seguridad necesarias. Por su parte, Peter Robinson, número dos del segundo partido pro británico, pese a manifestar su horror por el atentado, añadió que traerá buenas consecuencias para el proceso de paz, al aclarar las posiciones del IRA y del Sinn Fein.
El ataque sorprendió al primer ministro británico camino de Bournemouth, la localidad del sur de Inglaterra donde su partido inicia hoy el congreso anual. Con un partido dividido sobre Europa, una permanente sangría de desertores y una mayoría minúscula, el proceso de paz en Irlanda del Norte era uno de los pocos logros de los que Major podía ufanarse. Las perspectivas de recuperar el impulso de esa iniciativa parecen ahora escasas.
Paramilitares
La mayor fuente de preocupación procede, no obstante, de los paramilitares protestantes, parte de los cuales anunciaron públicamente la semana pasada que no creen en el, proceso de paz. Ayer, Gary McMichael, líder del partido Democrático del Ulster, que representa a dos de estas organizaciones armadas, se mostró muy preocupado por el impacto que el atentado pueda tener en el alto el fuego de los paramilitares, que se ha mantenido desde octubre de 1994.Las bombas estallaron no demasiado lejos de la prisión de Maze, donde el hombre fuerte de otro de los partidos menores que representan a grupos protestantes armados, David Ervine, del Partido Progresista del Ulster, mantenía una entrevista con presos afines para animarles a mantener la tregua.
La gran duda que planea sobre el atentado es su autoría. Si bien los paramilitares protestantes consideran que detrás de los dos coches bomba está la mano del terrorismo republicano.
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