Beatificación con nutrida presencia oficial española
Juan Pablo Il hizo suyo ayer, durante la homilía que pronunció en la plaza de San Pedro, el lema de "Amor y sacrificio" transmitido a las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor por su fundadora María Ana Mogas Fontcuberta. La nueva beata nació en Corró de Vall, cerca de Granollers, el 13 de enero de 1827, y vivió toda su vida en Cataluña, pero murió en Fuencarral, Madrid, lo que ha dado pie al obispo de la capital, Antonio María Rouco, para celebrar a la "beata madrileña" en las páginas de L'Osservatore Romano, el periódico oficial vaticano.
Una nutrida representación oficial española se desplazó a Roma para asistir al acto, y expresar el cambio de tratamiento de estas celebraciones introducido por el Gobierno de José María Aznar en relación con el que merecieron para Felipe González, sobre todo desde que el problema de los "mártires de la guerra civil española" cargara de polémica las beatificaciones. Mientras que las representaciones del Gobierno socialista ante estas ceremonias vaticanas incorporaban generalmente, como máximo cargo, al director para Asuntos Religiosos, ayer se desplazó hasta Roma la ministra de Justicia, Margarita Mariscal de Gante.
La nota más destacable de las beatificaciones de ayer fue, sin embargo, que incluyeron a 13 polacos asesinados por soldados rusos en Pratulin, en 1874. Se trata de "mártires uniatas", en el sentido de la escisión de la Iglesia ortodoxa que volvió a la obediencia católica hacia 1595. Los uniatas fueron muy perseguidos en la Rusia de los zares, y todavía hoy representan uno de los puntos graves de fricción entre la Iglesia de Roma y los ortodoxos rusos. Cabe recordar que Juan Pablo II no logró que el patriarca de Moscú, Alexis II, aceptara su invitación para reunirse en Gyor, Hungría, el pasado 6 de septiembre.
El Papa ha proclamado más de 1.000 nuevos beatos en sus 18 años de pontificado.
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