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Yeltsin muestra que tiene el control político de Rusia pese a estar hospitalizado en espera de la operación

Pilar Bonet

El presidente Borís Yeltsin ha decidido mostrar que, a pesar de estar hospitalizado en espera de una operación de corazón, se encuentra al frente de la política interior, exterior y militar de Rusia, según indican varias decisiones y hechos, divulgados o sucedidos ayer, que son difícilmente imaginables sin el visto bueno del líder ruso.

En el ámbito de la política interior, el general Alexandr Lébed, secretario del Consejo de Seguridad, que ambiciona suceder a Yeltsin, sufrió ayer varios reveses, que marcaron su margen de maniobra como funcionario de la Administración presidencial. Lébed soportó una andanada de enfurecidas críticas de la Duma Estatal por sus planes de pacificación en Chechenia.

A esta andanada se unió el ministro del Interior, Anatoli Kulikov, que, entre ovaciones, llegó a acusar a Lébed de traición a la patria. Kulikov, que curiosamente había contribuido a redactar los acuerdos con los independentistas, los denunció ayer como una "ficción" con fines secesionistas. El ministro acusó a Lébed de "pacifismo primitivo" y de "capitular" ante los independentistas, que, según él, pretenden formar un Estado independiente hasta las costas del Caspio, conjuntamente con la república de Ingushetia.

Kulikov propuso no apresurarse a sacar las tropas de Chechenia y un acuerdo especial para defender los "derechos y libertades" de los rusos y los chechenos prorrusos en aquella república. Lébed, por su parte, aseguró que los intentos de resolver el problema por la vía militar no habían dado resultado y trató de demostrar con cifras que Moscú no tenía medios para luchar en el Cáucaso, porque el 80% del equipo militar merecía haber sido liquidado. El Ministerio del Interior sufrió 12.000 bajas en Chechenia, dijo el general, según el cual a principios de octubre quedaban en aquella república algo más de 39.000 soldados rusos, de los cuales 21.229 pertenecían a Interior.

Reunión con los separatistas

La resistencia de la Duma a la labor de Lébed, y la actitud de Kulikov, amenazan el proceso pacificador en Chechenia y las conversaciones que hoy deben comenzar en Moscú con el líder independentista Selimján Yandarbíev. Por otra parte, Lébed tendrá dificultades para realizar sus planes de dejar el tema checheno para abordar la reforma militar, si la crisis se prolonga.En el ámbito de la reforma militar Lébed encuentra también resistencias, a juzgar por la decisión tomada ayer por Yeltsin de subordinar el comité que se encarga de los ascensos militares al Consejo de Defensa, que dirige Yun Baturin, y no al Consejo de Seguridad, tal como quería Lébed. De esta decisión informó ayer el jefe de la Administración Anatoli Chubáis en una rueda de Prensa. Chubáis subrayó varias veces que los funcionarios deben acatar las órdenes que se les dan y dejó clara la condición de tal del puesto de secretario del Consejo de Seguridad, que depende estructura] mente de la Administración presidencial.

Paralelamente, Yeltsin dio a entender al ministro de Defensa, Igor Rodiónov, que puede obtener lo que desea sin apoyarse necesariamente en Lébed, al nombrar para las vacantes existentes en el ministerio y en el Estado Mayor a los oficiales apoyados por el ministro, que expresó ayer mismo satisfacción por los nombramientos. Yeltsin ha recibido a Rodiónov, que obtuvo su cargo gracias a Lébed, pero que ya ha mostrado en público diferencias de matiz con su protector.

Por otra parte, el Ministerio de Defensa informó ayer a la agencia oficial Itar-Tass que hoy se realizarán Ianzamientos de [cohetes] portadores de fuerzas nucleares estratégicas". Esta acción se desarrollará en el marco de un entrenamiento de la dirección de las fuerzas estratégicas rusas, que durará dos días. El entrenamiento se realiza bajo el mando de Rodiónov y su fin es ejercitar la dirección de las Fuerzas Armadas en diferentes condiciones, así como comprobar la preparación de los principales centros de dirección, así como de varios distritos militares y flotas para cumplir una tarea militar.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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