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Una madre, su hija y la botella

Una mujer de 34 años, juzgada por intento de homicidio porque tomó alcohol durante su embarazo

Eran las dos de la tarde de un sábado cuando la mujer terminó de jugar a las cartas y se abrió paso, tambaleándose, hasta la barra del bar Westside Lounge en Racine, a unos 50 kilómetros de Milwaukee (EE UU). El barman, Dennis Peterson, la contempló con recelo, pero aún no sabía que estaba a punto de convertirse en testigo de un presunto crimen. Meses después, lo ocurrido centra la atención de la opinión pública estadounidense.Su cliente era Deborali Zimmerman, una camarera de 34 años con un amplio historial como alcohólica. Ella parecía dispuesta a correrse una juerga durante el resto del día, empezando por el potente cóctel que pidió. El barman se lo sirvió. Zimmerman le confesó que estaba embarazada. De hecho, se encontraba casi en su noveno mes. No pasó mucho tiempo antes de que Zimmerman rodara borracha por el suelo. Fue llevada hasta el cercano hospital de St. Luke, donde se descubrió que el nivel de alcohol que tenía en la sangre triplicaba el máximo legal permitido. Cuando los médicos de urgencias le dijeron que iban a hacerle la cesárea, la mujer intentó impedírselo y exclamó: "Si no me dejáis aquí, me iré a casa y beberé, beberé hasta que me mate y mate a esta cosa que no deseo".

Alcohólica desde su adolescencia, Zimmerman había sido sometida a abusos en su matrimonio y violada varias veces, la última estando ya embarazada. También tenía un historial delictivo: en 1983 había sido encarcelada por matar a un hombre de Milwaukee en estado de embriaguez.

Los médicos realizaron la cesárea. El bebé nació vivo, pero con síntomas leves de síndrome alcohólico y un nivel de alcohol en la sangre que doblaba el máximo legal.

El destino de madre e hija pasó a manos del Estado, que se hizo cargo de la custodia del bebé, una niña llamada Meagan. Pero Zimmerman fue acusada de intento de homicidio en primer grado por poner en peligro a su feto antes del parto. Si es declarada culpable, se enfrenta a una pena de hasta 50 años de prisión. El pasado día 17, un tribunal falló en contra de que se retiraran los cargos. En su auto, el juez Dennis Barry escribió:"El medio empleado... no fue el disparo de una bala o la herida de un cuchillo. Fue el consumo masivo de una cantidad potencialmente mortal de alcohol."

El caso Zimmerman acabará seguramente ante el Tribunal Supremo de Wisconsin. Enseguida han surgido opiniones encontradas. El importante movimiento antiabortista de EE UU defiende que las mujeres que ponen en peligro a sus fetos deberían enfrentarse a cargos criminales. En el polo opuesto, defensores del derecho al aborto y la mayoría de las organizaciones médicas denuncian la persecución judicial de Zimmerman y advierten contra una mentalidad policial del embarazo que podría tener como consecuencia que las madres encinta pudieran ser acusadas por cualquier tipo de conducta potencialmente peligrosa para el feto, como fumar, practicar jogging en etapas avanzadas del embarazo o incluso montar en avión. En EE,UU, unos 250.000 niños nacen al año afectados por la adicción de sus madres a las drogas.

La idea de que estas mujeres pueden ser perseguidas legalmente lleva implícito hasta cierto punto que el hijo que llevan dentro no es tanto propiedad de ellas como de la sociedad en general. Ya en el pasado reciente, el Tribunal Supremo de Carolina confirmó una sentencia de ocho años de cárcel para una mujer acusada de consumir drogas durante su embarazo. Ahora tendrá que ir a prisión, aunque el niño tiene ocho años y está perfectamente sano.

Joan Korb, la fiscal del caso Zimmerman, asegura que la acusada "tenía el derecho y la obligación de traer al mundo un niño sano". A Meagan, con seis meses, parece que le van mejor las cosas. Tiene los síntomas del síndrome alcohólico, pero sus habilidades motoras muestran mejoras alentadoras. Deborali manifiesta ahora por ella el afecto materno normal, al menos en los fines de semana, cuando se le permite visitar el hogar de adopción. Como dijo su abogada defensora, Sally Hoelzel, "quiere mucho a su hija y no tuvo ninguna -intención de hacerle daño". La acusación mantiene que tuvo una forma extraña de manifestarlo.The Independent

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