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Máquinas expendedoras de aspirinas funcionan de forma ilegal en tres facultades

Vicente G. Olaya

"Su aspirina. Gracias". La máquina que expende aspirinas en la Escuela de Informática de la Universidad Politécnica no responde tan cortésmente como las de tabaco cuando se extrae el producto, pero podría. Al menos tres máquinas, situadas en esta escuela y en las facultades de Medicina y Ciencias de la Información de la Complutense, han vendido durante el último curso aspirinas: un envase de dos píldoras por 100 pesetas. La Asociación de Farmacéuticos en Paro ya ha puesto el grito en el cielo: "Si a nosotros no nos dejan vender aspirinas en las parafarmacias [establecimientos semejantes a los herbolarios que regentan boticarios sin farmacia], ¿cómo las vende una máquina?'.El colegio de farmacéuticos de Madrid, que conocía dos de estos casos, cursará en breve una circular a todas las universidades recordando la ilegalidad de la venta" y pidiendo la inmediata retirada de las máquinas. Según el colegio, la Ley del "Medicamento prohíbe que se vendan medicinas en lugares no autorizados. "Vender aspirinas en una máquina es completamente ilegal", comentó ayer un portavoz. "Los envases de estas aspirinas carecen de prospecto, contra lo que obliga la ley. Además, no sabemos si han estado al sol, mal almacenadas, si están caducadas... El primer caso que descubrimos fue en abril en la Facultad de Medicina. Enviamos una carta al decano recordándole que la venta era ilegal. La máquina fue retirada. En septiembre descubrimos otra en Periodismo y va a ser retirada en breve. Desconocíamos la de Informática. Hoy mismo [por ayer] exigiremos que sea apartada. Empiezan por aspirinas y pueden terminar vendiendo cualquier cosa".

El director de la Escuela e Informática, Pablo Carazo, explicó ayer: "Esta escuela está aislada [en un descampado de Vallecas] y durante mucho tiempo hemos reclamado un servicio médico y una farmacia, de los que carecemos. La farmacia más cercana está a unos tres kilómetros. Hace un año, recibimos algunas ofertas de expendedoras de artículos de papelería. Pedimos que para instalarse aquí se incluyera la venta de aspirinas, tiritas y compresas. No nos pareció nada malo. Si es ilegal, lo retiraremos. Pero la aspirina es algo común, si entras en un bar y la pides, te la dan sin problema. Esto es algo parecido".

La empresa que distribuye este medicamento -y de cuyo nombre no se acordaba ayer Carazo- paga todos los años a la escuela "menos de 100.000 pesetas". "Es una cantidad pequeña. Tenemos para tizas y pizarras".

Por su parte, la Asociación de Farmacéuticos en Paro señaló: "La mayoría de los licenciados no pueden abrir farmacias porque la ley es muy restrictiva. Muchos han montado parafarmacias para ganarse la vida. A pesar de ello, no se les deja vender medicamentos. En cambio, a la máquina sí. Esperamos que el colegio, que tan duro es con los parados, emprenda acciones contra los responsables de las maquinitas, que ni señalan la dosificación máxima ni quién no debe tomarlas. Si el colegio fuese solidario, les denunciaría".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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