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Tribuna
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Silenciar una voz

En una circular dirigida a los afiliados de su partido, el Bizkai Buru Batzar- [ejecutiva del PNV de Vizcaya] admite que no le corresponde señalar a los ciudadanos qué periódico han de leer, pero reivindica como la cosa más natural del mundo recomendarles qué periódico no han de comprar y en qué periódico no han de insertar publicidad. De momento, el BBB no pretende imponer a su "querido / a alderdikide" [miembro del partido] la lectura obligada de un periódico, menos mal; pero, como un periódico es un objeto que identifica ante sus vecinos a quien lo adquiere, todo militante vizcaíno del PNV sabe ya que, si alguien lo ve comprando ese periódico o insertando en él publicidad, quedará retratado ante la comunidad de patriotas como un mal alderdikide, como un alderdikide que no cumple los deseos del Bizkai Buru Batzar.Un deseo construido sobre una lógica que reproduce en su estructura interna los mismos argumentos utilizados por el mundo de ETA para atacar a los nacionalistas del PNV. Ante todo, la identificación del otro, por más vasco que sea, con la "derecha política española": hoy ya se sabe que para algunos vascos más perro español que un perro español es un policía vasco. Además, y como es obligado en todo nacionalista, la presentación de sí mismo, como víctima de una "agresión": el periódico de lectura prohibida somete a "amedrentamiento y maltrato intencionado a "nuestras gentes", que deben de ser algo masoquistas, dicho sea de paso, porque la razón para silenciar al periódico es su "amplia venta, especialmente en el territorio de Bizkaia".

No impide esa venta masiva que el PNV se considere ante una agresión política, a la que es preciso responder de forma contundente y con un tipo de discurso que pertenece también al mismo orden del emitido por HB y ETA: se trata de organizar la "defensa activa" contra quien no comparte "nuestro proyecto nacionalista vasco". No, desde luego, con idéntica práctica, lanzando un asalto a su sede o arrojando cócteles mólotov contra sus instalaciones. Pero sí con "una decisión y una acción política del partido", que consiste, en primer lugar, en identificar al supuesto agresor como parte del capitalismo español para, en segundo lugar, ahogarle económicamente, suprimiendo sus fuentes de financiación y bloqueando sus canales de distribución. Al final, si esta "respuesta política" tiene éxito, se habrá silenciado la voz de un agresor capitalista español.Si en cualquier otro lugar de la Monarquía y de la Nación Española, a las que se refiere con tan amplio uso de mayúsculas el BBB del PNV, se hubiera producido una amenaza semejante al pluralismo y a la libertad de prensa, las voces de protesta habrían llegado al cielo. No hay más que imaginar la que se habría armado si, en la vorágine de la pasada legislatura, la comisión ejecutiva del PSOE hubiera enviado a sus afiliados un escrito semejante. Ahora, el órgano dirigente de un partido que ostenta, de acuerdo con la Constitución y el Estatuto, la Presidencia, del Gobierno de Euskadi, impone a sus militantes como compromiso político el boicoteo de un periódico, y no pasa nada.

Y, sin embargo, la resolución del BBB es de una gravedad extraordinaria, no ya porque vuelve a atizar el fantasma del victimismo y porque provoca una nueva fractura social en Euskadi, sino porque demuestra la dificultad de cohonestar nacionalismo y democracia. George Steiner tenía el nacionalismo como el veneno de nuestro tiempo porque no podía identificar ningún designio totalitario que no se alimentara de él. Años y muertos ha costado, pero, al final, cuando les ha tocado a algunos de los suyos, los nacionalistas vascos moderados no han dudado en calificar a otros nacionalistas igualmente vascos como fascistas y totalitarios. El BBB debería preguntarse si en esta carta no reproduce la misma lógica que lleva a esos otros nacionalistas a la agresión fisica: la lógica que impulsa a silenciar la voz del otro por la simple razón de que no es la mía.

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