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44 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Una resultona comedia estadounidense anima la alicaída competición

Decepción, tras el pase de la primera película española, 'Más que amor, frenesí'.

Beautiful girls, de Ted Demme, una eficaz comedia con toques románticos protagonizada por Uma Thurman, Matt Dillon, Mira Sorvino y Thimothy Hutton, ayudó ayer a levantar un tanto el interés de una selección oficial que está mostrando hasta ahora una calidad sólo medianilla. Un ambicioso, aunque muy fallido drama italiano, Hotel Paura, de Renato de María, complementó la jornada en la sección oficial. Mientras, la colección de modernos y drag queens que ayudó a promocionar el pase de la española Más que amor, frenesí, de Alfonso Albacete, Miguel Bardeni y David Menkes, en una sala abarrotada, no pudo hacer gran cosa por salvar el filme, una indigesta mezcla de referencias almodovarianas y liberación sexual.

Tiene Beautiful girls bastante picardía, menos cine del que parece pero una gran efectividad a la hora de desarrollar sus planteamientos. La acción, que se desarrolla en un perdido pueblo de Milwaukee, tiene como centro a un grupo de amigos que frisan la treintena y que se conocen, desde niños. El regreso de uno de ellos (Hutton), un músico de jazz residente en Nueva York, para pasar una fiesta de reencuentro de ex alumnos, es la excusa para que todos se sinceren y dejen al aire sus más bien abundantes vergüenzas y sus reducidos encantos, sus obsesiones sexuales, su desconcierto.Beautiful girls tiene un arranque moroso que empero sirve a Demme, para ir mostrando las peculiaridades de cada una de sus criaturas, en especial la que encarna Hutton, el mejor dibuja do de los personajes. La trama teje una ancha red alrededor de él, sus amigos y sus chicas, con la curiosidad, notable en los tiempos que corren en el cine americano, de que es el punto de vista masculino el dominante, sin por, ello caer en la falsa vergüenza, el trazo grueso o la nefasta "corrección política". Elenco de actoresDurante cerca de dos horas asistimos a la evolución de unos comportamientos a veces estereotipados, pero que se hacen cercanos debido a tres actores principales: uno, obligatorio en este tipo de filmes cuando obtienen cierto nivel de calidad, la presencia de un elenco de interpretes bastante bien dirigidos, entre los que resultaría grosero establecer distinciones. Otro, unos diálogos chispeantes, repletos de retruécanos y referencias cinéfilas y televisivas que amplían con su solo enunciado el campo de comprensión entre el filme y su espectador.

Y otro, en fin, dos historias de magnífica inspiración, ambas protagonizadas por Hutton: mientras vemos cómo su personaje busca centrar una vida a punto de sufrir cambios radicales, asistimos a su encuentro con una turbadora extraña (Thurman) y al despertar del amor de una, niña de sólo 13 años, pero de inteligencia y sensibilidad extremas, que hará de Hutton el objeto de su imposible deseo.

Esa historia vale en realidad por todo el filme, y al menos este cronista olvidó por un momento un final de la trama convencional y mecánica, incapaz de eludir los más trillados lugares comunes -la reconciliación, la familia-, para deleitarse con un amor tan imposible como hermoso.

Hotel Paura, de Renato de Maria, es un filme descorazonador y hosco, dotado de una honesta voluntad de denuncia pero con patéticas carencias. Cuenta la vida de un ejecutivo cuarentón, despedido de la empresa en la que trabaja e incapaz de resituarse en el agresivo entorno de, la economía italiana de nuestros días. Pierde casa, se distancia de mujer e hijo y cae en un agujero negro del que nada será capaz de sacarlo.

Si algo tiene Hotel Paura es una encomiable voluntad de no caer bien a nadie y de no olvidar su objetivo denunciatorio. Pero el problema es que no tiene personaje, por más que el actor que lo encarna, Sergio Castellitto, el protagonista de El hombre de las estrellas, de Giuseppe Tornatore, intente por sí solo la imposible tarea de sutura r con su trabajo las heridas profundas que desgarran la credibilidad del filme y terminan por anular, su intención crítica.

Más que amor, frenesí, de Alfonso Albacete, Miguel Bardem y David Menkes, una indigesta mezcla de referencias almodovarianas y liberación sexual, parece condenada al éxito entre un público bastante poco exigente. El pase de la primera película española en Zabaltegi fue una decepción, pese a que la sala estaba abarrotada de público. Una colección de modernos y drag queens, seguidores de Bibi Andersen, que participa en la película, ayudaron a promocionar el pase de esta película española, pero no pudieron hacer gran cosa por salvarla.

De bordados y chapuzas

"Los bordados no dan, un duro. En cambio, las chapuzas dan una pasta gansa". Son exquisitas palabras, casi textuales, de un chapucero que fabrica películas con ritmo de chorizos y, obviamente, no tiene ni idea de cine, lo que le impide percibir que los bordados resucitan al moribundo, mientras las chapuzas son sus ataúdes, por pasta gansa, que en castellano legible quiere decir idiota, que le proporcionen. Y es que abunda -no entre los que hacen películas, sino entre quienes montan la tienda a costa de ellas- la especie de los que desprecian al cine y por eso se dedican a hacerlo, quiero decir fabricarlo.Un bordado es la francesa Ponette y otro la finlandesa (a saber qué demonios significa este titulejo) Kavas Pilvet Karkaavat. Han costado cada una un duro y medio y producirán centenares, pero a largo plazo. Jacques Doillon y

Kaurismaki, de espaldas a cualquier facilidad de esas que dan la modernez y el todo vale con tal de que dé pasta idiota han trenzado en ellas prodigios de riesgo, fuerza y elegancia y seguirán dando dinero dentro de décadas. Pero este dinero lento -el derivado de toda inversión artística digna de ese nombre- no interesa. Interesa la pasta rápida, o gansa, aunque la película que la produce sea una chapuza, aunque hay sospechas de que tal como están las posas sólo las Chapuzas son inmediatamente, o idiotamente, rentables, aunque dentro de unos meses' sean pasto de engorde del olvido. Ahí está la monumental chapuza de, Independence Day para que no queden dudas dé por dónde va la pasta, o peste, gansa.La emociónDoillon y Kaurismaki trajeron ayer, para variar, cine genuino a un viejo genuino festival. Y para no variar llegaron fuera de concurso, sin otro aval que la inteligencia y la emoción que llevan a espuertas dentro. Zona abierta es el magnífico apartado donde se refugia el cine arrinconado en estos días húmedos de Donostia. En él cabe todo, por ejemplo, estos aludidos bordados y el de la refinada profesionalidad del último filme de Ridley Scott, Tormenta blanca. Pero la pasta fácil y rápida, al menos en los tragaperras de la aldea española, llegó con Más que amor, frenesí, en la que los bordados que tejen por su cuenta Ingrid Rubio, Cayetana Guillén y Beatriz Santiago están atrapados en una tela de araña de incontables chapuzas. Dará pasta, por supuesto extremadamente gansa, aunque no tanta como Trainsporting, elegía de la mierda y el bacalao rancio, que es una de las más grandes (y no hace falta decir que inmediata y gansamente más rentables) chapuzas británicas contemporáneas, lo que ya es decir.

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