Ensayo sobre la percusion
Ensayo en el sentido de estudio del pensamiento, no de preparación de un espectáculo o un concierto. Aunque de espectáculo hablamos, y de música.Manuel Soler, antes que nada bailaor y hoy seguramente el artista que más ha profundizado en la aplicación de las percusiones a lo jondo -un verdadero maestro-, ha pensado y realizado un espectáculo en que tiempos y contratiempos, compases, ritmos, todo toma la percusión como referencia capital. No se había hecho antes en el flamenco, que yo sepa, ni siquiera en el flamenco mestizo de los más vanguardistas, y la experiencia puede resultar apasionante.
Soler convierte todo en instrumento de percusión. Todo: parches, cántaros de barro y cajones, por supuesto, pero también las palmas de los cantaores, las cajas de las guitarras y los pies de los bailaores. Lo demás es casi accesorio. Incluso el cante y la guitarra quedan relegados con frecuencia a un plano secundario, con lo que, habrá quien piense que se está subvirtiendo lo esencial de lo jondo. Sin embargo, conviene recordar al respecto que muchos cantaores antiguos ni siquiera sabían cantar con la guitarra, y se acompañaban golpeando con los nudillos la mesa o el mostrador. 0 sea, que la percusión está vinculada también, sin ningún género de duda, a los orígenes.
'Por aquí te quiero ver'
Manuel Soler (dirección, percusión y baile); Rafael Campallo, Javier Barón e Israel Galván (baile); Juan Ruiz (percusión); Pedro Sierra, Salvador Gutiérrez y El Bolita (guitarras); Juan José Amador, La Tobala, Rafael de Utrera y Enrique Soto (cante). Teatro Lópe de Vega. Sevilla, 14 de septiembre.
Baile de pies
Por lo demás, el espectáculo imaginado por Soler es muy serio, tiene calidad y, en algunos de sus tramos, un gran atractivo. El baile es el otro gran protagonista. Un baile fundamentalmente de pies -otro instrumento formidable para la percusión, no lo olvidemos-, realizado por tres jóvenes bailaores que de esto saben mucho.Barón estuvo sensacional en las alegrías, sereno y recogido cuando el encaje que debía hacer con los pies se lo permitía, pero en todo momento elegante, señorial, admirable. Un sorprendente Campallo brilló en los tarantos, e Israel Galván hizo unas soleares muy cerebrales, como es todo su baile, e indudablemente valiosas. Y los tres, con el propio Soler, cerraron genialmente por bulerías, en noble competencia artística.
Soler ha encontrado en Juan Ruiz un digno colaborador en su maestría como percusionista, y algunos de los diálogos que los dos mantuvieron en ese arte fueron memorables. Al final, el teatro entero se puso en pie, como un solo ser. Un auténtico clamor. Pero que nadie se llame a engaño. Quienes por principio niegan legitimidad a cualquier instrumento distinto a la guitarra en el flamenco, deberán abstenerse.
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