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"La rantré"

Los franceses tienen una palabra muy conveniente para designar lo que sucede en estos días. Llaman rantré (ésta podría ser la transcripción española) a lo que nosotros denominamos "vuelta de las vacaciones". Y rantré significa también reanudación del curso lectivo, laboral o político. Es curioso que, habiendo adoptado tantos galicismos y siendo Madrid una ciudad propensa a vestirse "a la moda de París", no hayamos incorporado tan útil vocablo.Es verdad que, hoy en día, ya nada es lo que era, y la rantré tampoco lo es. Pasó a la historia el veraneo de tres meses, cuando las familias acomodadas "emigraban" a la playa o a la montaña (había dos bandos que defendían las excelencias de uno y otro veraneo), y en ciudades como Madrid se suspendía toda actividad. La política se trasladaba a San Sebastián, Santander o, más recientemente, La Coruña. Las señoras se quedaban allí con los niños. Los maridos iban y venían. He visto mal transcrita y mal atribuida la célebre frase de Silvela: "Madrid, en verano, sin familia y con dinero, Baden Baden".

A Silvela hay que citarle más de una vez en la sociología del veraneo clásico. Un enemigo político suyo decía de él: "Es tan frío que veranea en Málaga". La verdad es que don Francisco odiaba las "imperiosas vacaciones" que no le permitían seguir haciendo la oposición a sus adversarios. Hoy, ni siquiera se habla ya de "veraneo". La palabra se ha sustituido por "vacaciones". Los días de descanso se emplean en viajar. Las estancias en la playa suelen ser breves. Y las estadísticas dan una cifra alta de personas que pasan el verano en su lugar de residencia.

Madrid estaba lleno de gente en agosto. No se ha interrumpido la actividad política. Al volver, nos hemos encontrado con nuevos decretos en materia sanitaria, con nuevos impuestos, con nuevos secretos que guardar. Y con la advertencia de que pueden ir a la cárcel los niños de 12 años. La rantré, que es como empezar de nuevo, ha quedado, francamente, bastante deslucida.

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