Conmoción en México por la ola de linchamientos de delincuentes
"El pueblo, saciado de tantas injusticias, ya no confía. Por es razón el pueblo hará la justicia porque existe una ley interna de ejido de correr a los maleantes matarlos..." Los 300 habitante de Tatahuicapan, un retirad poblado del Estado mexicano de Veracruz, firmaron el acta. Con ella acudieron hasta los asusta dos agentes de la policía júdicial que habían llegado hasta allá y les pidieron la entrega de Roberto Soler, de 28 años, acusado de violar y matar a una vecina. Soler cayó en sus manos. "Y el pueblo hizo justicia para ejemplo de los demás ciudadanos y de nuestros gobernantes", prosigue e acta. Le golpearon hasta dejarlo sin sentido. Le ataron a un árbol. Le rociaron con gasolina. Le quemaron vivo. El dolor despertó al joven, que se retorcía dando alaridos.Esto ocurría el viernes pasado. El horrendo ceremonial fue filmado en vídeo, a instancias de un organismo de derechos humanos, y transmitido días más tarde por las principales cadenas de televisión del país. Una vez más, tuvo que ser una imagen la que desatara la conmoción sobre unos hechos que en las últimas semanas se repiten en numerosos puntos de México sin que hasta ahora nadie abriera la boca.
Un día antes del asesinato de Soler, otros tres jóvenes corrieron la misma suerte en el sureño Estado de Chiapas. Cansados "de que no se hiciera justicia", los habitantes del poblado de Motozíntla asaltaron la prisión y sacaron a tres hermanos acusados de robo y violación. Les quemaron de la misma manera.
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