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"Gerry Adams sería el Michael Collins de hoy"

"La cultura irlandesa ha florecido en la última década. Nuestro país vivió 50 años bajo el control del presidente Eamon de Valera y con su muerte acabó la represión. Sucedió como en España. Cuando desapareció Franco, Pedro Almodóvar hizo el cine como quería, sin ningún tipo de censura. En Irlanda no hubo muertes, pero la Iglesia católica, que actuaba como represora, ha perdido su dominio en nuestros días". Neil Jordan, director de Michael Collins, ve de este modo la evolución de la Irlanda moderna. Michael Collins, el personaje central de su última película, fue uno de los legendarios héroes de la lucha contra la dominación británica, que acabó asesinado por los propios revolucionarios irlandeses.Collins es una figura contradictoria y ambigua: "Por un lado es pragmático, por otro defiende la violencia hasta los extremos", explica Jordan. "Este hombre, que vivía en conflicto consigo mismo, representa los dos aspectos esenciales del carácter irlandés". La trama de Michael Collins insiste sobre la monstruosidad de la violencia, pero también sobre su necesidad más absoluta. "mientras más profundizaba mis investigaciones, más me inspiraba el puro espíritu heroico que en aquel periodo acompañaba a la naturaleza íntima de la violencia", admite.

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Pareo en palabras, un aspecto informal y su cabello largo, aún húmedo, Neil Jordan trae a colación sus recuerdos de la infancia. "En el colegio aprendíamos la historia de Irlanda. Pero a este episodio en particular le echaron una cortina de humo. Por eso me atrajo la idea de contar al mundo este lado oscuro de la historia a través de los ojos de Collins. Era aún muy joven cuando lo asesinaron [31 años] y ha sido maltratado por el tiempo. Después de la revolución de 1916 entraron en escena todos estos jóvenes que provenían de las clases bajas y que cambiaron la vida del pais. Es la historia de una juventud confundida".

Para el cineasta irlandés, la gran fuerza en la que se apoya el mito de Collins no es su herencia legendaria, sino lo que hubiese podido cambiar si. aún viviera. "A 50 años de su muerte, todo podría ser diferente. No existirían conflictos entre Irlanda del Norte e Irlanda del Sur y las bombas no hubiesen explotado en Londres", admite Jordan. En su modo restringido de hablar, Jordan traza un paralelismo entre la Irlanda de entonces y la actual: "Gerry Adams, sería el Collins de hoy, una figura positiva y heroica que trata de parar el movimiento armado y transformarlo en estrategias políticas".

Hostilidad inglesa

En Inglaterra, la prensa conservadora ha acogido con hostilidad la película. "Antes de verla ya comenzaron a atacarla; dijeron, por supuesto, que siendo yo irlandés iba a ser muy parcial. Pero creo que se llevarán una gran sorpresa". Hace ya 13 años que Neil Jordan intentaba convertir en realidad su proyecto inicial: "En el clima cinematográfico actual es muy difícil rodar cintas que hablen de historia o de argumentos políticamente delicados. Producciones colosales como Lawrence de Arabia o El acorazado Potemkin no serían hoy posibles por su poca rentabilidad y por no ser políticamente correctos".Muchos célebres directores se han interesado en dedicar una película a este personaje. Ford, Houston, Cimino, Redford y Costner han reconocido en Collins uno de los líderes importantes de este siglo. "Mi origen irlandés", confiesa Jordan, "y el de los actores ha acentuado el carácter nacional de esta historia. Por eso he escogido artistas que se sintieran motivados por participar en un proyecto que va más allá del dinero. Liam Neeson, Stephen Rea y Aidan Quinn eran ideales para la trama. ¿O acaso Gerard Depardieu hubiera podido hacer de héroe independentista irlandés?".

La actuación de Julia Roberts no ha merecido los elogios de la crítica. Pero Jordan defiende la elección de la actriz porque "ha sido Julia, no porque fuera una diva, sino porque conoce muy bien y me lo ha demostrado, la historia de Irlanda". Para el cineasta, el reto más importante era representar las escenas de guerra: "Teníamos que diseñar enormes decorados que pudieran ser destruidos y saltar por los aires. En Dublín la acogida fue entusiasta y la gente envió cartas a los periódicos pidiendo que los decorados fueran declarados monumento nacional".

Realizar una película sobre la historia irlandesa es complejo, sobre todo si tiene toques de romanticismo. Pero Jordan ha pasado ya una vez por este campo minado con Juego de lágrimas, que narra las aventuras de un militante del IRA, quien, desilusionado, se enamora de un travestido: "Los ingleses lo condenaron como filme político y fue un fracaso al inicio. Pero cuando recibí el Oscar se convirtió en un triunfo nacional".

Neil Jordan, director de No somos ángeles y Monalisa, comenzó su carrera como novelista. Pero pronto se dejó ganar por la magia del cine. Su consagración como cineasta taquillero le llegó con Entrevista con el vampiro. Jordan ha abandonado Hollywood para volver a Dublín, donde se siente mucho mejor. En la capital irlandesa prepara su próximo proyecto, The butcher boy (El carnicero), basado en una gran novela de Patrick McKepe: "El personaje, esta vez será un asesino cuya vida se desenvuelve en una divertida comedia", puntualiza el director. irlandés.

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